Opinión

Pistoletazo de salida en el PSOE

Hubo desazón la mañana del lunes 9 cuando se conoció la decisión de Susana Díaz de no presentar su candidatura a la secretaría general del Psoe. Solo quienes forman parte del “baroneo” del partido, o de los cargos de dirección, así como los numerosos periodistas que siguen día a día, hora a hora, las noticias sobre las interioridades del Psoe en estos días de convulsión interna, saben de cómo echaban humo los teléfonos y de la preocupación, más que la contrariedad, que provocó en un sector importante del partido el anuncio de la presidenta andaluza. Pensaban que aceptaría el reto, pero la decepción no llegaba por no haber dado por válido lo que todavía no se había concretado, sino porque si Díaz no optaba a dirigir el Psoe, el panorama se presentaba negro.

La dimisión de Rubalcaba fue recibida con satisfacción por quienes apostaban por una renovación profunda del partido, aunque no por quienes dudan de que en este momento haya dirigentes o militantes destacados en el Psoe con menos de 45 años que conozcan bien el partido, que cuenten con experiencia, preparación y entidad suficiente como para que transmitan confianza en que pueden ser buenos gobernantes, y que además tengan sentido del Estado. Un sentido más necesario que nunca cuando está ahí mismo el desafío independentista catalán y el envenenado debate sobre monarquía y república, acrecentado estos días por la abdicación del rey.

Ante ese panorama la mayoría de las miradas se volvieron hacia Andalucía, donde Susana Díaz se ha convertido en un referente del partido en tiempo récord. No ha tomado aún decisiones de gobierno relevantes, pero ha demostrado sensatez, se la ha visto con respeto institucional, con ganas de sosegar el partido y que recupere su unidad y su espíritu constructivo. Además Díaz representa la federación más potente del Psoe, lo que significa que el partido será, en buena parte, lo que ella y los suyos decidan.



REUNIóN EN FERRAZ

En los días previos al amargo lunes 9 de junio, Díaz no decía que no a ser candidata a la secretaria general, pero tampoco decía que sí definitivamente. La llamaron entre muchos otros Felipe González, Zapatero y José Blanco, la mayoría de los barones regionales, e “históricos” del partido que apostaban por la renovación pero no las tenían todas consigo sobre el grado de madurez de un Eduardo Madina que se perfilaba como su principal contrincante. Un Madina del que pronto trascendió que tenía detrás a Rubalcaba, que de ninguna manera quería que Chacón se hiciera con la secretaría general del Psoe y que urdió o apoyó a Madina en su idea de que de cara al congreso extraordinario los militantes debían tener la oportunidad de pronunciarse sobre el nuevo secretario general. Un hombre, un voto. Propuesta que Rubalcaba aceptó de inmediato, lo que hizo aún más fuerte el rumor de que se trataba precisamente de una idea suya.

El ala no rubalcabista, tan dinámica estos días como el ala rubalcabista o más, dejaba caer a determinados periodistas que en el principal despacho de Ferraz, el del secretario general, se preparaba la sucesión para que Madina lograra hacerse con la dirección del partido, él secretario general y Rubalcaba como presidente, con más poder que los que han tenido hasta ahora Rubial, Chaves o Griñán. Daban detalles sobre las reuniones mantenidas por Rubalcaba, Madina y Valenciano en la sede del partido el lunes posterior a las elecciones europeas y sobre todo la del martes 27, en la que pusieron en marcha la estrategia para que Madina contara con todas las papeletas para ser el candidato más votado.

Esa estrategia pasaba por dar más cancha a los militantes, como propuso Madina esgrimiendo que solo así se transmitiría la idea de que existía democracia interna, “propuesta” que inmediatamente aceptó Rubalcaba para que fuera aprobada por la dirección.

Esa manobra fue la que provocó finalmente que Susana Díaz diera marcha atrás. Pesó su deseo de dedicarse de forma prioritaria a Andalucía, está empeñada en fortalecerse en el gobierno andaluz seguir al frente tras ganar las próximas elecciones; pero quienes han tenido acceso a ella en los últimos días afirman que no le gustaron nada las maniobras de Ferraz y que no quiere hacerse cargo de un partido en el que, hoy, hay puñaladas traperas y lucha a muerte por la supervivencia en el futuro. Esa fue la razón de que Chacón anunciara tan rápidamente que no optaría a la secretaría general y se reservaba para las primaras a la candidatura para la presidencia del gobierno si algún día se convocan: el hecho de que Rubalcaba convocara un congreso extraordinario sin dimitir como secretario general le hizo pensar que pretendía seguir mandando en el Psoe por persona interpuesta y controlar el proceso de sucesión.



¿LUCHA SóLO DE DOS?

Ante la evidencia de que Madina era el candidato de Rubalcaba, lo que los dos niegan de forma tajante, empezaron a moverse hilos para tratar de contraponer otra figura. Y muchos ojos de destacados socialistas se fijaron en Pedro Sánchez, que hace seis meses anunció que concurriría a las primarias y lleva todo este tiempo visitando agrupaciones de toda España. Es doctor en Economía, ha colaborado en distintas misiones de la Unión Europea, habla idiomas, es profesor universitario y se expresa bien. Ha sido concejal de Madrid y diputado regional, y ahora es diputado en el Congreso. Apenas conocido, ha logrado colocarse bien en la pole por la labor de acercamiento a las bases realizada en este tiempo. Y ha conseguido conectar bien personalmente con varios dirigentes nacionales y locales. Curiosamente ha conseguido llamar la atención de muchos de los hombres que han sido referente en el Psoe, protagonistas del felipismo, a los que asusta un Eduardo Madina que a pesar de ocupar un cargo destacado –secretario general del grupo parlamentario- no ha realizado un trabajo suficientemente visible y al que se le ven similitudes con Zapatero, a pesar de que Zapatero, como Felipe González, le llamó para pedirle que se retirase y facilitara que Susana Díaz fuera la candidata, porque era la única capaz de dar impulso al Psoe en sus horas más bajas.

Han salido otros nombres, pero solo dos, Pedro Sánchez y Eduardo Madina, tienen enjundia suficiente para hacerse con la secretaría general, lo que es todo un mérito en un Pedro Sánchez que ha conseguido hacerse un nombre, y tener apoyos, cuando hace menos de un año solo le conocían en su agrupación madrileña. O un demérito para Madina, que a pesar del cargo que ocupa no ha despegado suficientemente como para mirar despreocupadamente a su principal adversario.

Los barones ya no se pronuncian después de lo ocurrido con Susana Díaz, pero cuando se habla con ellos se adivina a la primera por quién se decantan. Hace apenas tres días, Madina y Sánchez estaban en tablas, por utilizar la expresión de un miembro destacadísimo de la cúpula socialista. Hoy parece que Sánchez se encuentra un poco por encima, pero no se deben hacer pronósticos: en la historia del Psoe, se han producido grandes sorpresas en la mayoría de sus congresos.

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