Opinión

Reformas políticas

Llega para Rajoy el momento de las reformas políticas. Y ha empezado con una que puede ser un bombazo: la elección de alcaldes.

El presidente lleva meses volcado en las cuestiones económicas con decisiones e iniciativas con las que trata de ganar terreno, aunque no siempre con el éxito deseado, porque la reforma fiscal no solo no ha convencido sino que entre el electorado del PP se asienta cada vez con más fuerza la idea de que Cristóbal Montoro ha intentado engañar a la opinión público con el anuncio de una rebaja generalizada de impuestos que no es tal, pues al conocer la letra pequeña se ha descubierto que solo afecta positivamente a las clases más debilitadas económicamente y a las más fuertes, mientras que perjudica a las clases medias. Rajoy tendrá que meter en cintura a su ministro de Hacienda y obligarla a aceptar importantes enmiendas a su proyecto si pretende recuperar la confianza de sus votantes. Pero mientras llega ese momento, ha abierto la puerta a dos propuestas.

La primera se centra en el alto número de aforados, una cifra desorbitada, en torno a 10 mil, que no tiene nada que ver con los países democráticos europeos, donde esa figura afecta como mucho a unas pocas docenas de ciudadanos. Habrá que ver cuál es la reacción de muchos de ellos, que mostraron tanta inquina cuando el gobierno presentó la iniciativa parlamentaria que recogía el aforamiento del rey Juan Carlos como ex Jefe de Estado. Ni siquiera el Psoe estuvo a la altura, con una abstención basada en que no se había presentado a través de la fórmula correcta, una posición mezquina cuando en política se ha recurrido con frecuencia a rodeos parlamentarios cuando era necesario tomar decisiones urgentes.

La segunda afecta a la ley electoral. Rajoy ha tenido el atrevimiento de proponer algo que se debate hace años, una fórmula que se aplica en la mayoría de los países democráticos: que el alcalde sea el candidato de la lista mayoritaria o que, en caso de no alcanzar un partido la mayoría absoluta, se vaya a una segunda vuelta para elegir al equipo de gobierno.

¿Qué se trata de una medida que favorece a un PP que solo logra gobiernos municipales y regionales si consigue mayorías absolutas? Es evidente que sí, pero se podría hacer otra reflexión: ¿Cuál ha sido el resultado de la mayoría de los gobiernos de alianzas múltiples que en algún caso obligaba a coaliciones de cinco partidos para bloquear a quien se había quedado a un escaño o concejal de la mayoría? Segundo: ¿Nadie piensa en la frustración de los ciudadanos que han dado la mayoría casi absoluta a un partido que se queda en la oposición? Y tercero ¿Tanto miedo hay a no ser capaces de ganar en el futuro a un PP supuestamente debilitado? El proyecto tiene escasas probabilidades, pero es de sentido común.

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