Opinión

La espiral de Afganistán

El comercio de armas, piedras preciosas y el mercado de contrabando hacen una economía de guerra que es causa y consecuencia del conflicto endémico del territorio

Afganistán ha aliviado las informaciones recurrentes sobre el tiempo, los incendios y el coronavirus. Nos ha traído la noticia en estado puro. En estos tiempos españoles de recuperar un pasado perdido, la información de que Kabul ha sido tomada por los talibanes viene a decirnos lo bueno que es tener memoria y que la reconstrucción de lo vivido es educación. El pasado fue mejor en Afganistán y cuando vemos turbantes, armas y barbas conviene recrearse en 1970 cuando las mujeres lucían minifalda y se paseaban con libros en la mano y la sonrisa puesta.

El país se había independizado del Reino Unido, después de 84 años, y antes de que la Monarquía fuese derribada por un golpe de Estado que proclamó la República y que traería un gobierno comunista al que guerrilleros musulmanes rechazaron. Aquel enfrentamiento provocó la invasión de tropas soviéticas que fueron combatidas por los muyahidines durante diez años de guerra civil. En 1989 la Unión Soviética se retiró de Afganistán, se reanudó la guerra civil y en 1996 los talibanes, que habían sucedido a los muyahidines, entran en Kabul. En 2001 los americanos invaden el país con ayuda de una coalición internacional para derribar el gobierno talibán que apoyó el atentado de las torres gemelas el 11 de septiembre. Afganistán quedó bajo control de la OTAN y ahora Estados Unidos se ha ido.

Sigue la espiral en Afganistán con unas luchas que han arraigado la economía del opio, destruido la agricultura y sus infraestructuras y que tiene en la adormidera una alternativa viable. El comercio de armas, piedras preciosas y el mercado de contrabando hacen una economía de guerra que es causa y consecuencia del conflicto endémico del territorio.

Cerca del 90% de la producción mundial de opio se realiza en Afganistán. Esta zona puede volver a ser refugio de terroristas y si así ocurre Europa lo sufrirá con la llegada de refugiados adiestrados en sus montañas. El viejo continente no tiene ejército y la seguridad va ser la nueva crisis a vivir. A pesar de los avances en política europea sigue sin existir una fuerza militar apoyada y financiada por la Unión y que actuaría directamente bajo sus directrices como UE. Ya sabemos que gran parte de los Estados miembros de la Unión Europea pertenecen a la OTAN pero se necesita un plan de acción para que los esfuerzos, hasta ahora repartidos fundamentalmente en Estados Unidos, no hagan que éste sienta que está perdiendo peso frente al rearme de China.

Los británicos pusieron trabas a una política europea de seguridad y defensa. Ya no están y ello debería acelerar un programa conjunto de proyecto militar europeo porque EE.UU ve su futuro armamentístico teniendo en el foco de mira la aceleración de la carrera de armas atómicas emprendida por el régimen de China, que viene a aumentar las que han sido consideradas únicas grandes potencias nucleares con capacidad de destrucción mundial: Estados Unidos y Rusia.

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