Opinión

EL 15-M, REBELIÓN PACÍFICA

Un saludable movimiento de protesta que, en solo cinco meses, se fue extendiendo desde Madrid, donde nació, ¡a través de 951 ciudades de 82 países!, que se dice pronto. Es el 15-M, que estalló espontánea e inesperadamente el 15 de mayo pasado como chispa de una rebelión pacífica contra la situación actual y que ha prendido por todas partes.


Los jóvenes están hartos de la coyuntura insegura e incierta creada por el capitalismo salvaje, por la angustia del paro y las hipotecas, por los ávidos y usureros bancos, por la dictadura de los mercados, por la timba de las bolsas, se muestran decepcionados por los políticos, desengañados por las promesas incumplidas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y no creen en las del Partido Popular (PP). Protestan contra un sistema político y económico que no es capaz de responder a las necesidades y esperanzas básicas de las personas. Abogan por soluciones apartidistas nuevas que superen la dicotomía habitual derecha izquierda.


Por todo ello expresan estos jóvenes su repulsa y descontento en las calles conectados por el moderno boca a boca de las redes sociales. Son rebeldes con causa, diríamos parafraseando el título de la mítica película de Nicholas Ray 'Rebelde sin causa' de los años 50 del siglo pasado con James Dean como protagonista añorado por los cinéfilos. También el premio Nobel francés Albert Camus tituló en el lejano 1951 un conocido ensayo 'L'homme revolté' (El hombre sublevado), actitud que podría resumirse en el lema 'me sublevo, luego existo' si simplificamos el lenguaje un sí es no es críptico de la filosofía. La rebeldía aún tiene hoy en día razón de ser entre los jóvenes, aún está viva.


Puede que no cristalice en nada si no se si no se canaliza pero puede también ser el comienzo de una ola de fondo prometedora.


'Democracia real, ya', 'Unidos por un cambio global' fueron los eslóganes más repetidos en las tres concentraciones de masas que ha habido en la Puerta del Sol este año. La primera acampada se mantendría, día y noche, varias semanas, el Gobierno socialista no intervino, dejó hacer hasta que se dispersó por sí misma. Madrid tiene el honor de haber sido el alfa de estos movimientos, después vendrían, en una expansión sorprendente, Barcelona, Fráncfort, Berlín, Bruselas, Nueva York, Tokio, Roma y muchas más ciudades. En sus plazas, abarrotadas de gente, se dieron cita en ambiente festivo cientos de miles de jóvenes que querían mostrar así su descontento con lo que está pasando. Era el comienzo del 14-M, que ha hecho historia. Y su espíritu persiste.


La crisis económica y financiera mantiene en una irritación sorda a los ciudadanos, que ven un porvenir sombrío. Es la crisis del sistema, un sistema profundamente injusto que sólo beneficia a unos pocos y que los jóvenes quisieran cambiar sin saber muy bien por ahora cómo.


Oigo en un CD las frases lúcidas y sincopadas de Joaquín Sabina con su tono desgarrado característico en una de sus canciones con argumento describiendo el momento presente, y escojo: 'crisis en el adoquín', 'crisis de valores, funeral sin flores', 'crisis en el ego, todos al talego', 'a ritmo de cangrejo avanza el porvenir', 'un euro es un dineral' o 'inmundo mundo mundial?'. Cada cual de ellas más certera. Y concluye con este verso amargo: 'Dan ganas de nada mirando lo que hay'. Y sin embargo muchos ciudadanos se sublevan contra la adversidad, lo saben bien los 'indignados' que se niegan a admitir un destino sin salidas, de la que no tienen la culpa ni de lejos.


El veterano escritor y diplomático francés Stéphane Hessel, nacido en 1917 en Berlín, el último redactor en vida de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, ha publicado a finales del 2010 un opúsculo de éxito vendido a más de un millón y medio de ejemplares y traducido a muchos idiomas, entre ellos el español, titulado significativamente '¡Indignaos!' ('Indignez-vous') en el que exhorta a levantarse contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica. Se ha convertido en una Biblia cuyos preceptos han seguido las protestas en Francia y España en 2011. Judío, torturado por la Gestapo en el campo de concentración de Buchenwald (Alemania), miembro de la Resistencia contra los nazis, Hessel es un testigo preclaro del siglo. En grado menor su epígono español, el humanista y economista José-Luis Sampedro, de su misma edad, autor de novelas de éxito como 'La sonrisa etrusca' pero sobre todo de panfletos de impacto a la manera de Hessel como 'Reacciona'. Son nuestros mayores, los que unen una generación con otra. Recoge el testigo el ex director general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza, que preside en la actualidad la Fundación para la Paz y publicó varios trabajos parecidos como 'Delito de Silencio', en el que se denuncia, aparte de otros, el 'inmenso poder mediático, 'contra el que hay que reaccionar sin demora'. Se insurge Mayor Zaragoza contra la concentración de los poderosos medios de comunicación,que se podría resumir, como dice, en que 'pase lo que pase, pasará lo que nosotros queremos que pase'. Quien controla la información, manda en la vida de las personas.


Para que todas las reivindicaciones no queden en palabras que se lleva el viento, hilvanemos sucintamente algunas que piden los jóvenes airados aunque la síntesis sea tarea casi imposible.


Por ejemplo: Derecho a una vivienda digna con reforma de la Ley Hipotecaria para que se admita la entrega de la vivienda en caso de impago de la deuda. Abolición del Plan Bolonia de Educación, considerado como un plan para alumnos pudientes. Implantación de la Tasa Tobin, que grava las transacciones financieras improductivas. Reforma fiscal favorable a las rentas más bajas. Rechazo en las listas electorales e los imputados y condenados por corrupción? Aparte de varios brindis al sol como democracia participativa, mayor acceso popular a los medios de comunicación, total transparencia de la financiación de los partidos políticos o supresión de los paraísos fiscales. Y así.


Son otros tantos desiderata que los manifestantes quisieran ver cumplidos. Todas las grandes ideas empezaron en utopías, a veces realizadas, a veces sólo en parte, a veces fracasadas. Pero hay que seguir intentándolo.


En la canción protesta que suelo frecuentar en discos antiguos, a veces brota la esperanza como cuando el cantautor Joan Manuel Serrat exalta 'el milagro de existir, el instinto de buscar, la fortuna de encontrar, el gusto de conocer'. Un optimismo desacostumbrado que es bienvenido y que entronca con las personas que se echaron a la calle en todo el mundo el pasado 15 de octubre de 2011, cinco meses después día por día del desencadenamiento de la protesta tranquila de que les he hablado. n

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