Opinión

DECEPCIONANTE ACTUALIDAD

El tesón, la resolución, el coraje, la fe en sí mismo y en la ciencia, la infatigable, minuciosa y experta preparación, han convertido al austríaco Félix Baumgartner en un viajero estratosférico y ultrasónico que, protegido por un traje de astronauta provisto de escafandra contra la presión atmosférica, se tiró al vacío en una cápsula desde mucho más allá de las nubes, concretamente desde una altura de más de 39.000 metros y después, a una velocidad inaudita de caída, se convirtió en una verdadera bala humana hasta que se abrieron automáticamente sus paracaídas. Tuvo que soportar gran presión y temperaturas extremas. Otros lo habían intentado y se habían desintegrado en el espacio por problemas de despresuración, sólo él ha logrado una hazaña insólita que nos deja estupefactos. Según las crónicas, ha conseguido en su salto batir varias marcas, entre ellas, el récord de altura de un hombre en la atmósfera y el de velocidad de caída, 1.350 kilómetros por hora. Fue un milagro científico. Su saludo sonriente con la mano ya en tierra, reproducido en todos los medios de comunicación del mundo, quedará como un triunfante signo de superación humana. Esto sucedió el domingo 14 de octubre de 2012, si no lo leo, no lo creo. Flash Gordon, Star Trek, La Fuerza del Jedi de Star Wars palidecen, la ciencia supera a la ficción.


¡Qué variedad de enseñanzas deja esta temeraria aventura espacial individual! Qué símiles evoca tal proeza extraordinaria comparada con las prosaicas dificultades cotidianas ordinarias a que nos enfrentamos, qué retos tuvo que vencer, qué riesgos arrostró. No hay que tener miedo al énfasis ni escatimarle la calificación de héroe moderno.


Ésta es una de las estampas que nos ofrece la actualidad, otras no son tan admirables. Al contrario, estamos acostumbrados a que la realidad sea como un cuadro de Antonio Saura, abstracta, brutal y negra, o del pintor británico Francis Bacon, deformante, desordenada y angustiosa. Ambas son el trasunto o la sublimación de nuestro entorno en estos años, el arte capta mejor la realidad que cualquier otra manifestación del espíritu. Véase lo siguiente como lámina adjunta y contrapunto para completar la explicación de lo que está pasando: la prensa y la televisión nos informan cruda y fríamente, por ejemplo, de que más de ocho millones de personas carecen en España de los servicios más básicos de asistencia social: alimentos, luz y agua. Son, pues, menesterosas. La miseria aumenta al mismo tiempo que la desigualdad social, que se acelera con la crisis. Al consultar las estadísticas, nos abruma constatar que el 22% de la población española vive bajo el umbral de la pobreza. Mientras, los ricos son cada vez más ricos, en buena y feroz dinámica capitalista. Un dato mundial: la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura) informa de que el número de hambrientos es de 870 millones de personas, un buen contraste a la opulencia.


Los hipocondríacos y pesimistas están de enhorabuena, España se halla en el primer puesto de los 27 países miembros de la Unión Europea con mayor desigualdad social, según el último informe de Eurostat, la oficina estadística comunitaria. Y la depauperación avanza.


En la tableta del i-Pod mundial, hay una pantalla que no acaba de tranquilizar: el resultado de las elecciones presidenciales norteamericanas del 6 de noviembre , que hoy por hoy, cuando sólo falta medio mes, no cuenta con un ganador seguro. De los tres debates televisivos, el aspirante republicano Mitt Romney ha ganado contra todo pronóstico el primero, el presidente Barack Obama, el segundo y el resultado es incierto sobre el tercero y último, que aún no tiene fecha. Estos cara a cara no van a decidir los comicios a la presidencia del primer país de la Tierra porque, en la nación donde más se vota del Globo, el sufragio universal en cada uno de los 50 estados cuenta e incluso el voto de las minorías, por ejemplo, la hispana, en este caso decisiva. En el último enfrentamiento, Obama marcó puntos en cuanto a la inmigración, el papel de la mujer y, algo sagrado en los EUA (Estados Unidos de América), los impuestos.


Por empezar por este último, Romney no pudo replicar nada a la afirmación veraz de Obama de que paga menos impuestos que la media del país pese a ser un multimillonario. Según los comentaristas, los norteamericanos no tienen nada contra los ricos pero sí contra los privilegiados como Romney.


En cuanto a la inmigración, el candidato republicano suavizó su postura extrema de oposición radical a la llegada de extranjeros admitiendo que pueden quedarse en el país los inmigrantes indocumentados jóvenes que estudien o presten el servicio militar.


Pequeña concesión, no fue más allá. Y sobre la cuestión capital de las mujeres, un colectivo que decidirá el resultado, Romney dio un gran resbalón al declarar que cuando era gobernador de Massachusetts, le trajeron carpetas llenas de expedientes de 'montones de mujeres'candidatas a puestos su administración. La expresión 'montones de mujeres', como si las mujeres se midieran por montones, se consideró, naturalmente, condescendiente y despectiva.


A pesar de denunciar el desempleo y el problemático estado de la economía, males que padece ahora Norteamérica, y de defender a ultranza al liberalismo y a la libre empresa, a ojos europeos no parece que Mitt Romney vaya a resultar elegido. Pero en esta época de incertidumbre y crisis no se sabe como van a reaccionar los ciudadanos con derecho a voto entre los 308 millones de habitantes de EEUU.


En fin, la actualidad es especialmente decepcionante. Decía ya en el siglo XIX el famoso diplomático y político francés François René de Chateaubriand, autor de frases célebres: Hay épocas en que tantas cosas merecen el desdén que éste se convierte en mercancía escasa y hay que gastarlo con parsimonia.


Paciencia, pues.

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