Opinión

LA DUDA CORROSIVA SOBRE IRÁN

Charles-Louis de Secondat, baron de Montesquieu (1689-1755), utiliza la pregunta zumbona y satírica '¿pero cómo se puede ser persa?' para criticar indirectamente pero a fondo la sociedad parisiense de su época en las llamadas 'Cartas persas' (1717), una obra epistolar muy leída por su carácter ejemplarizante pero entretenido. En aquel entonces, Persia era un país de fábula al que pocos franceses habían ido y del que el gran escritor extrae enseñanzas aleccionadoras para la sociedad en que vive y que aún sirven hoy. La distancia entre ambas formas de vida, la francesa y la persa, era abismal en la época. Hoy en día Persia es Irán, un estado muy rico y poderoso por sus pozos petrolíferos y el desarrollo consiguiente. Naturalmente, las cosas han cambiado mucho, la sociedad iraní es dual, más moderna en las ciudades y más atrasada en los pueblos del interior.


Quedan resabios ancestrales, mentalidades retrógradas, los medios de comunicación occidentales están repletos de ejemplos de costumbres aun medievales, como el recientemente divulgado de cómo pegar a las mujeres sin dejar huella. En lo tocante a gobierno, moral y religión, el clericalismo extremo de los ayatollah y el estado teocrático siguen teniendo una influencia total según las crónicas.


'Para hacerse temer, normalmente se pasa por hacerse odiar', decía precisamente Montesquieu y el actual presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, podría ser un buen ejemplo de esta máxima si creemos lo que cuenta la prensa internacional. Gato escaldado incluso del agua fría huye, el presidente Barack Obama no quiere por nada del mundo involucrar imprudentemente a su país en una intervención armada en Irán por muchas que sean las provocaciones por una parte del presidente Ahmadineyad y por otra, de Israel, que amenaza con un ataque preventivo por su cuenta y riesgo contra las centrales iraníes de enriquecimiento de uranio. Al contrario que Georges W. Bush, detesta verse mezclado en una nueva conflagración y máxime en año electoral al final de su primer mandato.




EN CABEZA AJENA


El demócrata Obama escarmienta en cabeza ajena, la de su predecesor republicano, que metió a EE.UU. de hoz y coz en una guerra de castigo contra Iraq, causante de 400.000 muertos, alegando como motivo - a sabiendas de que era falso- la posesión de armas de destrucción masiva que no pudo demostrarse nunca.


Obama parece cargarse de razón reconfortado por entrevistas como la que acaba de tener con el primer ministro británico, David Cameron, que le respalda a fondo tanto en este caso como siempre por la relación especial entre ambos países aliados, unidos en toda circunstancia histórica. En declaraciones al término del encuentro en la Casa Blanca, el mandatario estadounidense advirtió a Teherán que las posibilidades de solución pacífica de la tensión creada por sospechas de que Irán está dotándose de armamento nuclear se van agotando. Lo ha dicho para que el país árabe se deje de ambigüedades y aclare su postura respecto a la cuestión nuclear. Dos no se pelean si uno no quiere y Occidente mantiene en el momento presente un ten con ten, la vía diplomática parece abrirse camino salvo que se trate de una nueva maniobra de dilación. En nombre de los cinco países que forman el directorio del Consejo de Seguridad de la ONU, Catherine Ashton, Alta Representante de la Unión Europea, aceptó reanudar las conversaciones sobre temas nucleares --interrumpidas hace más de un año- tal como había propuesto previamente el negociador iraní Sahid Yalilí para arreglar las cosas. Y, de consuno con el resto de los aliados, quitó hierro a la 'nudogordiana' cuestión que tiene al mundo en vilo, la eventualidad de un conflicto armado de consecuencias imprevisibles. ¡Uf! Para hacer entrar en razón a Teherán, fue necesario, entre otras presiones, el anuncio de sanciones a la industria petrolera iraní si no se aviene a razones antes del verano. De resultas, el régimen de los ayatollah ofreció 'nuevas iniciativas' que rebajan la tensión. Europa lanzó un suspiro de alivio. Más vale, claro, parlamentar y recobrar la confianza mutua que soliviantarse cuando están tantas vidas en juego. Sin embargo, no hay que echar en saco roto la fuerza del odio a muerte entre los dirigentes israelíes y los iraníes, que profieren, como acostumbran continuas amenazas altisonantes. ¿Está fabricando Irán la bomba nuclear a la chita callando?, tal es la intrigante cuestión sin resolver, la duda corrosiva que hay que despejar para tranquilidad de todos.


El presidente Obama le hizo grandes protestas de amistad al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en una reciente visita de éste a Washington y no descartó, llegado el caso, la acción militar para 'cubrirle las espaldas a Israel', tal fue su propia expresión que subrayaron todos los medios de comunicación, demostrando la solidez de las relaciones bilaterales y la importancia del 'lobby' judío en la política exterior estadounidense.


Si se llega a la ruptura de hostilidades se haría necesario el apoyo militar norteamericano porque no está clara la superioridad israelí puesto que, según los observadores, las instalaciones nucleares de Irán están esparcidas por todo el país y bien protegidas. Un hipotético choque armado irano-americano no sería el 'blitz' (guerra relámpago) de un día, EE.UU. podría enfangarse como sucedió en Iraq o Afganistán, y nada de eso le interesa.




ANDARSE CON TIENTO


Además, existe siempre el peligro de poner a todo el Próximo Oriente en llamas. De momento, Israel e Irán se miran con recelo, como tigres de porcelana, sopesando las armas de uno y otro. Dos misiles podrían ser emblemáticos y representativos de ambas fuerzas armadas: el 'Jericó 2' de 1.500 kilómetros de alcance y el 'Shabab 3' también de 1.500 kilómetros de alcance, aptos para golpear objetivos mutuos.


Sin la intervención de los EE.UU., la partida acabaría en tablas sangrientas. Hay que andarse con tiento, siempre existe el peligro de que la región explote como un barril de pólvora. Los Emiratos Árabes Unidos, Catar y, en particular, Omán tratan de calmar la situación, la poderosa Arabia Saudí, Bahrein y Kuwait serían partidarios de dar un escarmiento a a Irán pero juegan con fuego, según los especialistas en la inestable área. Área sometida a un tenso, constante e incierto tira y afloja al borde del precipicio.

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