Opinión

LA EXTREMA DERECHA AVANZA EN EUROPA

En el Viejo Continente asistimos, inquietos, al avance generalizado de los partidos de extrema derecha en todos los países aunque en ningún caso lleguen al gobierno. Rusia, Austria, Suiza, Grecia, Hungría, Italia, Francia, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega, Holanda y otros más ven crecer la xenofobia y el patrioterismo sin saber como atajarlos. Nombro adrede una a una a las distintas naciones donde esto sucede porque la mayoría de las veces se trata de sociedades avanzadas. La crisis ha acentuado el indeseable fenómeno, que no se da curiosamente excepto en España, vacunada por el franquismo que imperó durante cuatro décadas. Por una vez, ir a contracorriente de Europa nos sienta bien.


Estamos, pues, ante un mapa preocupante, citaremos sólo algunos casos destacados que dan una idea de la vasta tela de retazos europea.


Veamos. En la próspera Austria la cuestión de la extrema derecha está al rojo vivo. El Partido Socialdemócrata SPÖ, dirigido por el canciller Werner Faymann, ha logrado mantenerse bien que mal como primera fuerza política en las elecciones legislativas del domingo pasado. Pero el porcentaje que obtuvo, de 27,1% del voto, sólo aventaja en 6 puntos porcentuales al ultranacionalista Partido de la Libertad de Heinz Christian Strache, de 44 años, un político populista y racista que consiguió 21.4% de los sufragios. Ya llovía sobre mojado porque este grupo había contado con 40 diputados de una cámara de 183 en las elecciones precedentes. Es decir, el patrioterismo sigue en ascenso, esta vez capitalizando el descontento y la incertidumbre ante la crisis. Los eslóganes de su campaña sonrojan a muchos ciudadanos como 'ama al prójimo si el prójimo es austríaco' o éste, intimidatorio, dirigido a los inmigrantes: la integración es obligatoria.


Resulta rara tal situación en la aparentemente tranquila Austria donde, según informan los periódicos, el poder se reparte tradicionalmente entre los socialistas y los conservadores del Partido Popular, ÖVP, que gobernaron en coalición con mayoría absoluta durante 39 años. La fuerza electoral de los populares austríacos bajó en estos comicios pero sigue en el segundo puesto. Tanta precisión de los observadores al estudiar las variaciones políticas en Austria se debe a que nos hallamos ante un país ejemplar con la menor cuota de desempleo europeo, 5,8%, una nación pequeña de 8 millones de habitantes, que roza la excelencia y que es la que mejor resiste la crisis junto con Alemania. Continúa siendo un referente por sus grandes avances sociales, en el otro platillo de la balanza pesan los reiterados casos de corrupción que se dieron últimamente.


Consecuencia peligrosa de los pasados comicios fue el rebrote del partido facha de Strache que hizo sonar todas las alarmas en un país, donde, en el año 2000, el ultra Jörg Haider, fallecido después en un accidente de automóvil, había alcanzado los votos necesarios para formar un gobierno de coalición con el Partido Popular ÖVP, acontecimiento político que saltó a las primeras páginas de los periódicos europeos por ser la primera vez después del régimen nazi que una formación política afín a esas ideas extremistas llegaba al poder. Recordar que Adolf Hitler había nacido en Austria sería insultar a los ciudadanos austríacos actuales, que no tienen nada que ver con el gran dictador.


En fin, son accidentes superables, el alto nivel de vida y de civismo prevalecerá sobre ellos. Mucha agua tendrá que pasar por el Danubio para que cambien las cosas. Ahora bien, recuerda un proverbio austríaco que 'tal como son los electores, serán los elegidos, si estos últimos son malos, los elegidos serán peores'. Algo de culpa tienen los austríacos de lo que les pasa hoy.


La ola de fondo del extrenisno racista baña a toda Europa,el partido 'Ley y Justicia' de Polonia cuenta con 137 diputados, el Partido Popular Suizo, de Toni Brunner en la Confederación Helvética, con 54, el Movimiento por una Hungría mejor, con 47, Amanecer Dorado, de Grecia, con 21, el Partido Liberal Demócrata de Rusia, cuyo líder es el conocido Vladimir Zhirinovsky , con 56 y así. El Frente Nacional francés, de Marine Le Pen, sólo tiene 2 pero la importancia de Francia, la patria de AlbertCamus y Jean Paul Sartre, y su cercanía lo convierte en algo muy interesante para nosotros, aunque aquí no haya temor de momento de caer en desviaciones semejantes.


Marine Le Pen no quiere que definan a su formación como 'de extrema derecha'. Vaya, qué remilgos, qué más le dará al tigre tener una raya más. Pero no, llevará a los tribunales a quien describa públicamente así al Frente Nacional (FN), quiere arrebatarle votos a la derecha tradicional así como tampoco desea ahora que la tachen de antinjudía, le basta con su furor antimusulmán. Es su nueva imagen, un poco más edulcorada. Está en el candelero, según un sondeo del semanario de izquierda 'Le Nouvel Observateur' y otras encuestas, es favorita para las elecciones europeas de mayo próximo con 24% del voto frente a la Unión del Movimiento Popular (UMP), 22% y al Partido Socialista, 19%. Demagógica y locuaz, hija del conocido tribuno estridente Jean-Marie Le Pen, Marine desgrana en cada intervención pública su ideario populista: cierre de las fronteras comerciales de Francia para luchar contra la competencia desleal de Alemania, referéndum sobre la salida graduada del euro, 'que solo protege a los bancos y machaca a los ciudadanos', ley para defender el 'Made in France', tres desiderátum imposibles, engañabobos.


Pero hacen mella en los chovinistas franceses que sueñan aún con a'la grandeur de la France' y están decepcionados con el presidente François Hollande, que tiene que soportar la popularidad más baja de la historia de los jefes de Estado de la V República y ha conseguido en un año y medio escaso de gobierno el rechazo unánime de toda la prensa.


Campo abonado para las críticas acerbas de la lenguaraz Le Pen, que lo toma como un pimpampún en cada conferencia de prensa ademáss de señalar las carencias desu política económica, que han llevado al país a un paro de más de 11 por cien, lo que es histórico al otro lado de los Pirineos.


La mala economía hace crecer a los partidos ultras, ya se sabe.


Reconforta anotar que en el país de Franco el partido neofascista 'Alianza Nacional', liderado por Pedro Pablo Peña, apenas tiene 200 militantes y 3000 votos y la unión de otros grupúsculos residuales de ultraderecha ha fracasado. Una y no más.

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