Opinión

Un hito: la destrucción de armas químicas

EEUU y Rusia han alcanzado en Ginebra un acuerdo trascendental: la destrucción del arsenal de las armas químicas sirias lo antes posible y de forma segura.

Se trata de un hito en los anales de los dos países que se reparten el mundo, comparable al éxito de las conversaciones SALT de 1972 que pusieron fin a la Guerra Fría y es que ahora tales armas de destrucción masiva habían alcanzado una gran peligrosidad potencial. El mundo es mejor tras esta entente en la cumbre que fomentaráel entendimiento y la paz entre ambos bloques. Los artífices materiales del nuevo pacto fueron el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y su homólogo ruso, Sergéi Labrob, pero los presidentes Vladimir Putin y Barack Obama deben ser considerados como verdaderos demiurgos del histórico convenio del que pocos hablaban por considerarlo algo utópico y no de actualidad.

Además, los negociadores no han dejado ningún cabo suelto en sus seis puntos y apartados: urgencia en la aplicación de los términos en que se han puesto de acuerdo, asistencia ya en noviembre de inspectores internacionales para contrastarlo, lista completa del arsenal químico, supervisión inmediata y destrucción de todas las armas químicas a mediados de 2014.

El inminente bombardeo de castigo a Siria con misiles se ha paralizado pero de no cumplirse el acuerdo, se activará el artículo de la Carta de las Naciones Unidas que contempla el uso de la fuerza si lo autoriza el Consejo de Seguridad, según advierte severamente el texto consensuado este 14 de septiembre, que constituye un jalón en las relaciones internacionales.


PROLEGÓMENOS

No parecía fácil, las posiciones estaban muy alejadas. Recordemos la dificultad de lo que estaba en juego. Empecemos por los protagonitas.

Un Papa apaciguador que hacía declaraciones cabales sobre la guerra civil de Siria causante ya de más de cien mil muertos en dos años y medio, que se dice pronto. Un dictador sanguinario que desencadenó la represión contra su propio pueblo, Bachar el Asad, reo de' crímenes contra la humanidad' según la ONU pero dispuesto ahora a firmar una Convención sobre las aterradoras Armas Químicas. Un prematuro premio Nobel de la Paz, Barack Obama, tentado primero por la intervención militar en Siria casi en solitario para asentar su liderazgo nundial pero después, sopesando el paso que iba a dar, decidió felizmente agotar la negociación, lo que acabó por dar sus frutos. Un poderoso autócrata que de pronto toma comciencia contra la proliferación de las amenazadoras armas químicas tras años de silencio, Vladimir Putin. Un secretario general de la ONU que denunciaba tales armas pero que no se atrevía a señalar a quienes perteneccían: Ban Ki-moon.

Tal era, grosso modo, la compleja e inestable situación global que comienza a despejarse.

El Pontífice argentino había enviado hace poco una vibrante carta al presidente Putin y a los líderes del G-20 reunidos en San Petersburgo pidiéndoles que abandonaran 'cualquier pretensión de una solución militar' en el conficto de Siria. Jorge Mario Bergoglio calificaba sin ambages esta contienda fratricida de 'inútil masacre', abogaba por una salida negociada, que ya está en marcha, y desplegaba una gran actividad conciliadora. Quizá esta vez las inexistentes 'divisiones del Papa' a las que se refería sarcásticamente Stalin durante la Segunda Guerra Mundial sehayan tenido en cuenta. Ante la barbarie desencadenada y el sacrificio de millones de vidas inocentes provocadas por las Fuerzas Armadas Sirias y por los llamados rebeldes del Ejército Libre Sirio ayudados por Occidente, el papa Francisco 'tenía más razón que un santo', como se dice en términos coloquiales.


PELIGROSO ANTRAX

¿Qué armas son éstas? Ni cañones ni aviones, ni tanques al uso sino productos y sustancias químicas. Pero matan, hieren o afectan letalmente al sistema nervioso, no son explosivas sino contaminantes. Entre la variedad de este armamento químico o biológico, que incluye el gas mostaza o virus como el ébola, baste un ejemplo: la utilización del Bacillus anthracis, conocido por el nombre que ya suena como sobrecogedor de antrax o carbunco.

La convención sobre Armas Químicas de 1993, acordada en la Asamblea General de la ONU, firmada por 190 países, define y proscribe la producción y almacenamiento de tales armas de destrucción masiva. Siria, por indicación de Vladimir Putin, acaba justo de adherirse a ella estos díaspasados en un desesperado intento por volver a la comunidad internacional.

Pero quizá sea demasiado tarde, Las Naciones Unidas no las tienen todas consigo respecto a Damasco ya que hasta ahora negó siempre por activa y por pasiva cínicamente disponer de gases tóxicos en su arsenal.

En resumidas cuentas, el duunvirato que rige el mundo ha funcionado una vez más y Washington y Moscú han dado un paso en la buena dirección. Un alivio inesperado.

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