Opinión

LA INCIERTA INDEPENDENCIA DE ESCOCIA

Escocia podría independizarse si los separatistas ganan el referéndum del 18 de septiembre de 2014 pero hoy en día, en diciembre de 2013, tal emancipación que sería histórica resulta incierta. Y ello porque las razones económicas, piedra angular de cualquier acuerdo político predominan siempre sobre las románticas y sentimentales. De todas formas, como reza el conocido e irónico proverbio inglés, 'it is difficult to make predictions especially about the future' (es difícil hacer predicciones, en particular sobre el futuro). Y eso aunque sea para el año que viene.


Ambas naciones han estado entrelazadas e incluso superpuestas a lo largo de varios siglos pero ahora llega un momento crítico en el que los escoceses van a decidir en las urnas en menos de un año si quieren hacer rancho aparte. Complejo de inferioridad contra complejo de superioridad, escoceses e ingleses no terminan de entenderse, persiste entre ellos un resentimiento y animadversión seculares siempre latentes. El conflicto viene de muy antiguo, baste decir que la fecha fijada para el referéndum de independencia a la que hemos aludido antes conmemora el 700 aniversario de la batalla de Bannockburn, una casi solitaria victoria escocesa en sus guerras contra los ingleses.


Escocia (Scotland) es una nación venteada y lluviosa de 78.782 km2 de 5,1 millones de habitantes y 790 islas, de fuerte carácter, leyendas y gran tradición literaria con obras maestras como 'La isla del tesoro', de Robert Louis Stevenson. Se unió en 1603 a Gran Bretaña y se plantea ahora separarse de ella. La corriente independentista surgió en el siglo XIX, se hizo fuerte a finales del XX y llega a su culminación en la actualidad.


Las grandes maniobras sobre el porvenir de Escocia ya han comenzado. Por ejemplo, el ministro principal de Escocia, Alex Salmond, jefe del Partido Nacional Escocés (SNP) acaba de presentar el martes pasado un extenso Libro Blanco de 670 páginas que detalla de forma optimista los desafíos del sin embargo arduo y laborioso proceso de unificación que se presenta.




UNA CITA CON LA HISTORIA


En efecto, el camino a recorrer esta erizado de obstáculos difíciles ded espejar. Detengámonos en algunos. En primer lugar se han establecido salvaguardias. La reina Isabel II seguirá siendo la jefa del Estado, la libra y el Banco de Inglaterra se mantendrán, así como la pertenencia a la Unión Europea, lo que quita algo de hierro a la secesión. Las brumas escocesas se han llevado el espíritu rebelde de Wiliam Wallace ('Braveheart', el indomable héroe escocés que mantuvo en jaque durante algún tiempo a los ingleses en la Primera Guerra de Independencia y que recordaba una película oscarizada de Mel Gibson en 1995). Salmond es un posibilista, se rinde a la evidencia. 'Nunca permitas que tus pies vayan por delante de tus zapatos',reza un dicho escocés, y, en efecto, él anda con pies de plomo. Viene luego el apartado de los deseos. Escocia tendría sus propias Fuerzas Armadas, retiraría los misiles Trydent de su territorio en el plazo de 10 años, lo que le permitiría ahorrar 119.000 millones de euros y reclamaría también la creación de un fondo petrolífero escocés que se alimente con los ingresos provenientes de los yacimientos del Mar del Norte. En fin, castillos en el aire o regalos por Navidad de San Nicolás, el santo principal escocés.


Las promesas de Alex Salmond son como 'wishful thinking', lo que le gustaría que sucediera. Ahora bien, no olvidemos que sus aspiraciones están respaldadas por el Parlamento de Edimburgo en el que el SNP tiene mayoría absoluta desde las elecciones de 2011. Al lado de la 'pérfida Albión', Escocia produce simpatía pero nosotros no votamos y el enfrentamiento no ha hecho más que empezar, quedan diez meses de gran tensión económica, política y dialéctica en los que los escoceses tendrán al final una cita con la historia.


El escocés más famoso de la actualidad,el actor multimillonario Sean Connery, conocido por encarnar en el cine a James Bond, el Agente 007 en su juventud y después por muchos otros y variados papeles, Oscar por su trabajo en 'Los Intocables', es un ardiente independentista, simpatizante de Salmond, y ayuda al SNP con donaciones anuales. Para poner su popularidad al servicio de la causa, prometió recientemente desde las Bahamas, donde reside, que volverá a residir en Escocia si ésta vota por la independencia, 'que espero desde que tengo uso de razón', según confesó.




ESCOCIA Y CATALUÑA, DISTINTAS Y DISTANTES


Ya en las primeras escaramuzas anglo-escocesas se han crispado las posturas de los partidos de ambas naciones a juzgar por el endurecimiento de las declaraciones de sus líderes. El ministro británico para Escocia, Alistair Carmichael, ya advirtió de forma retadora, como reprodujeron todos los diarios y redes sociales británicas: 'Si Escocia se convierte en un país extranjero, la trataremos como a un país extranjero'. Enfrente, Alex Salmond, ministro principal para Escocia y líder nacionalista, hizo caso omiso de esta amenaza continuando erre que erre con su propósito separatista. En la actualidad Escocia mantiene el estatus de nación libre e independiente aunque esté unida a Gran Bretaña desde 1707, hace tres siglos, fue precisamente ahora en su Parlamento autónomo de Edimburgo donde se acordó celebrar el citado referéndum de independencia.


Inglaterra sigue tratando los asuntos escoceses al desgaire, de forma prepotente, como los de una provincia que ha vencido en dos ocasiones por las armas en sendas guerras en los siglos XIII y XV pero que no ha logrado convencer nunca. ¿Es viable económicamente una Escocia independiente? La prensa de Londres desgrana con delectación las dificultades que se presentan y que hoy por hoy, parecen insalvables. Destaquemos tres que resaltan los partidarios del 'statu quo': primera, el Tesoro británico no aceptaría fácilmente compartir la libra en una unión monetaria con Escocia; segunda, Escocia deberá renegociar sus condiciones de entrada en la Unión Europea (UE) como nuevo miembro, y tercera pero no por ello menor, la decisión de construir en astilleros escoceses barcos ingleses sería revocada en caso de independencia, con consecuencias desastrosas para el empleo escocés. Tres posibilidades que deben sopesarse. Todo se puede comparar, pero la cuestión de Escocia es, según la fórmula acostumbrada, distinta y distante a la de Cataluña, los escoceses no quieren ni oír hablar de esta comparación, ya tienen bastante con su propio jeroglífico nacionalista. Bruselas repite en ambos casos que si se abandona la UE hay que renegociar su reingreso. Y entonces el camino sí que será largo.


'Elemental, mi querido Watson', dice a menudo Sherlock Holmes, el inmortal personaje de ficción del novelista escocés Arthur Conan Doyle.

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