Opinión

LA SUPERPOTENCIA ALEMANA, HEGEMÓNICA

En medio de una Unión Europea (UE) en crisis, la República Federal Alemana resalta aún más. La canciller Angela Merkel, 59 años, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), reelegida por tercera vez consecutiva el 22 de septiembre último, acaba de concluir esta semana dos meses de intensas negociaciones exhaustivas con el partido socialdemócrata (SPD) de Sigmar Gabriel para formar una 'gran coalición' junto con la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera. A grandes males, grandes remedios.


Convencida de que es la hora de unir fuerzas y no de confrontaciones estériles, Merkel III estableció así las bases para obtener un amplio respaldo político en el tablero nacional a fin de afrontar con la mayor seguridad sus cuatro años de mandato. Cuenta con un activo inicial: su popularidad se mantiene intacta a pesar de la austeridad impuesta a sus concciudadanos. Y por si fuera poco, la canciller logró también poner en marcha en Bruselas la semana pasada la vieja aspiración de una Unión Bancaria, pero hecha a su medida como los estrictos y sobrios trajes de chaqueta que usa, en los que sólo cambia el color.


Tras negociaciones maratonianas como son habituales en la Unión, tal consenso alcanzado va como anillo al dedo a los intereses germanos, según los comentaristas. Quita el protagonismo a la Comisión Europea, a la que no quería entregar todo el poder. En opinión de Merkel y de su eficiente ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, el texto firmado era lo mejor para atajar las crisis bancarias y actuar de cortafuegos, evitando el contagio a otras naciones del entorno. Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE firmaron este nuevo pacto negociado por los ministros de Economía, atado y bien atado por Alemania. Incluso Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) terminó por calificarlo de acuerdo importante tras una primera actitud reticente.


La hegemonía de la superpotencia en que se ha convertido Alemania en Europa no tiene discusión, más que nunca es 'primus inter pares' bajo el liderazgo indiscutible de Angela Merkel.




PRIMER SALARIO MÍNIMO


Todo empezó con un gran triunfo. El martes 17 de diciembre, la Cámara baja alemana, Bundestag, de 631 escaños, aprobó por rotunda mayoría de 460 votos del total el gobierno de unión de democristianos y socialdemócratas que pactaron entre sí, La Izquierda (Die linke) y Los Verdes quedaron fuera. ¿Qué querían asegurar los parlamentarios alemanes? No grandes y ambiciosos designios sino cuestiones corrientes pero vitales como la instauración del salario mínimo por primera vez en la historia de Alemania.


Nada de discusión de grandes principios o del sexo de los ángeles como se suele decir en estas ocasiones, sino cosas prácticas, incluso prosaicas pero necesarias, muy en la línea del 'gesunder Menschenverstand' (sentido común) de la dirigente alemana como el establecimiento de un peaje para turismos extranjeros en las autopìstas o la posibilidad de la doble nacionalidad para inmigrantes.


Detengámosnos por ejemplo en el salario mínimo. Hasta el momento los sueldos en Alemania eran calculados anualmente por sectores tras discución entre los agentes sociales, patronal y sindicatos. Ahora, según adelantan los periódicos, a partir de 2015 cualquier alemán cobrará un mínimo de 8,5 euros por hora trabajada, condición 'sine qua non' impuesta por el Partido Socialdemócrata (SPD) para acceder a firmar el pacto de gobierno. Apresurémonos a apuntar, cediendo a la hipocondría nacional, que en España el salario mínimo interprofesional (SMI) está cifrado, hoy en día, en 5,34 euros/hora o sea 645,30 euros por mes, el alemán es 60% superior, aunque haya que señalar que asimismo resulta menor el coste de vida español. (En España, los sindicatos UGT y CC.OO preconizan una subida gradual del SMIC hasta los 900 euros mensuales en 2018). España es uno de los países europeos con el salario mínimo más bajo, solo le ganan en esto Portugal y Grecia.




COMO EN LOS BOLOS


El caso es que todas estas cifras confirman si ello fuera necesario, que existe una Europa a dos velocidades, la rica, formada por Alemania y los países del norte, y la pobre, constituida por Italia y los países del sur, Francia en medio.


Convencidos de que el enemigo común era la difícil coyuntura y no la distinta ideología, los diputados del Bundestag se centraron en lo esencial en este diciembre de 2013 para que la República Federal Alemana pudiese comenzar la legislatura en 2014 con una 'unión sagrada' destinada a encarar los distintos retos, entre los que destacan dos reformas cruciales, la de las jubilaciones y la energética, tras el valiente cierre de centrales nucleares y su sustitución por las nuevas energías no contaminantes.


Los datos macroeconómicos de Alemania rozan la excelencia con un paro de 5,21%, un Índice de Precios al Consumo (IPC) del 2,15%, un PIB per cápita de 41.167 dólares, un déficit público de -0,49%, según las últmas estadísticas que nos sirven de baremo...


Por eso, sorprende la implantación masiva de los llamados 'minijobs', siete millones de empleos a tiempo parcial, que reciben 400 euros al mes por 15 horas semanales. Es la cara oculta de la economía alemana junto con el creciente número de personas con riesgo de caer en la pobreza, considerándose pobre a quien ingresa menos de 980 euros al mes, según la Oficina Nacional de Estadística. Lo que prueba que la boyante nación está aún lejos de ser Jauja.


En fin, son datos y razonamientos que describen a grandes rasgos la disciplina y el pragmatismo de Alemania, que ha conseguido dentro del ámbito nacional y europeo un doble 'strike' tumbando todos los bolos en la partida actual que se juega en Europa.

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