Opinión

TENSA VELA DE ARMAS EN FRANCIA

Antes de terminar los cinco años de su primer mandato en el Elíseo, Nicolas Sarkozy ha podido enterarse recientemente de lo que se pensaba de él en Francia en una película que acaba de estrenarse en París y en Madrid. Dirigida por Xavier Durringer e interpretada por Denis Podalydès, con el intencionado título 'De Nicolas a Sarkozy', el filme no es precisamente 'ad maiorem Sarkozy gloria' sino la historia inmediata en vivo y en caliente de  la irresistible ascensión del controvertido e hiperactivo jefe de Estado francés, le pone en la picota e irrumpe irremediablemente en la campaña electoral que se está desarrollando en el país vecino pero cuyo resultado afectará a toda Europa. La cinta se puede  contabilizar como un dato negativo en la reciente carrera política del mandatario galo. Otro más.


La crisis revela en Francia caminos antes inescrutables. Por ejemplo, pone de relieve una sociedad de grandes desigualdades e injusticias avivadas por una coyuntura adversa. Refuerza tendencias indeseables que se creían debilitadas como el racismo y el enfrentamiento entre las clases sociales pero que rebrotan con fuerza ahora, en vísperas de  las presentes elecciones presidenciales. Francia se encuentra en la actualidad, pues,  en una tensa vela de armas que durará toda la primavera.


 Los debates de los diez candidatos en la primera vuelta, que pudimos seguir en la televisión por satélite, describen  una sociedad inquieta que teme por su futuro. Los líderes políticos, como el presidente Nicolas Sarkozy, tratan de desviar la atención sobre los graves problemas internos insistiendo una y otra vez en sus declaraciones que la situación aun está peor en 'ese gran país' que es España, mal de muchos, consuelo de tontos. 'Ça lui fait une belle jambe' como se dice en francés, o sea, ¿de qué puede servirle en plena zozobra airear el caso español?, diríamos nosotros. Además, su comparación con España, que ha reiterado  en las pasadas semanas,  no le ha beneficiado en las encuestas. Como es habitual en Francia utilizan a España como 'punching ball' o saco terrero para desfogarse y pretenden tranquilizar al francés medio señalándole que no se encuentran en la mala coyuntura española tal como la describen sus propios medios de comunicación y que allende los Pirineos, la cosa va mucho peor. Trata Sarkozy ?por ahora, en vano- de que esta comparación le favorezca y contribuya a convencer de la bondad de su política a sus conciudadanos que van a las urnas el próximo domingo y después el 6 de mayo en unos comicios en que puede perder su presidencia.  Inquieto, hace fuego de toda astilla, España incluida.


Los diez candidatos ofrecieron en un programa de televisión un abanico de soluciones, desde las más ingenuas y elementales , que nunca serán aplicadas porque el político que las defiende nunca ganará, a las más elaboradas con posibilidad cierta de ser tomadas  en cuenta como las del conservador Nicolas Sarkozy y las del socialista François Hollande acreditados ambos con porcentajes de intención de voto que le permitan pasar a una segunda vuelta en la que el favorito de las encuestas a día de hoy sigue siendo Hollande.


 En los primeros meses de la pugna electoral se han reafirmado también dos opciones fuera de la norma: la extrema derecha y la extrema izquierda, la primera representada por Marine Le Pen, hija del viejo tribuno ultra Jean-Marie Le Pen, y la segunda, por el elocuente y gran comunicador Jean-Luc Mélencchon, que ha conseguido reunir a su alrededor toda una constelación de grupos  izquierdistas dispersos,   incluido el jibarizado Partido Comunista francés, otrora preeminente. Ambos bandos, incompatibles, forman parte importante del nuevo entramado político del país en esta oportunidad electoral.


Sorprende el auge facha en una nación  de tradición tan racional  y humanista, patria de  Descartes, de Voltaire, de Jean Paul Sartre o de Albert Camus, pero no hay duda, los datos son tozudos: Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional, ninfa Egeria de la extrema derecha, rubia fornida, enérgica  y bien parecida de 46 años cosecha un 15% de intención de voto  defendiendo toda una panoplia de ideas reaccionarias: el restablecimiento de la pena de muerte, abolida en 1981, el cierre de fronteras, la expulsión de los inmigrantes y la salida del euro con vuelta al franco. Este archipiélago de iniciativas retrógradas no parece muy factible. sin embargo está respaldado por una parte no desdeñable de la población francesa según los sondeos y revela una deriva deplorable: desgraciadamente hay una Francia racista y chovinista.


Tal credo ultramontano tiene eco en las clases populares y, algo novedoso, entre los jóvenes de menos de 24 años poco instruidos, desorientados, golpeados por el fracaso escolar o sin porvenir seguro, que no creen en la sociedad en que  viven y constituyen el caldo de cultivo del descontento reinante entre nuestros vecinos del norte, un fenómeno novedoso y 'sans issue', sin salida, próximo a la explosión social.


En contra se alza el comglomerado 'Frente de Izquierdas' que ha logrado desde hace unos meses también alrededor de un 15% de intención de voto después de partir del 6%  y ha creado en consecuencia una relación de fuerzas  sorprendentemente simétrica entre los extremos. Se trata de la coalición que lidera Jean-Luc Mélenchon, ex socialista que empezó en el troskismo y que propone opciones utópicas que nunca se obtendrán pero que representan una corriente de opinión. Tan equidistante del capitalismo como de la socialdemocracia, propugna por ejemplo Mélenchon, un recién llegado a laprimera línea política, la jubilación para todos a los sesenta años (hoy está en 62 en Francia), la subida del salario mínimo en un 20% o  medidas concretas para acabar con una Francia partida entre ricos y pobres. Aireadas sus ideas en la primera vuelta, sus votantes de izquierda serán imprescindibles para François Hollande en  la segunda si éste quiere ganar los comicios


 En realidad, toda la Europa del sur se halla en una situación de crisis, en cambio Alemania y los países del norte la sortean. Grecia y Portugal  han tenido que ser rescatadas. Italia y España se tambalean y Francia quiere ofrecer sacrificios a los  mercados sin reparar en que esto es imposible porque son insaciables por naturaleza y porque su lógica predeterminada, como se diría en lenguaje informático, es el  lucro y la codicia.

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