Ya conoce usted la prueba del pato, esa que dice que, si un animal grazna como un pato, camina como un pato y se comporta como un pato, seguramente será un pato. Si esta prueba se aplica al expresidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, seguramente dará el resultado que se supone, es decir, si un político apoya a un candidato distinto al de su partido, si pide el voto para ese candidato, y si tras eso la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, le nombra presidente de la Cámara de Cuentas de la región, es que Joaquín Leguina se ha convertido en simpatizante y quien sabe si en militante del Partido Popular. Y no solo se sorprende de que el PSOE le haya expulsado por deslealtad, sino que además ha denunciado a su antiguo partido por afectar a su derecho a la libertad de expresión y a la militancia y le solicita una indemnización de 10.000 euros. O sea que no solo quiere pertenecer a un partido con el que no está de acuerdo, sino que quiere seguir actuando como quintacolumnista. Demasié.
