Concedamos el beneficio de la duda a quienes aún hoy mantienen la teoría conspiranoica de que no se conoce quién fue el autor intelectual de la matanza del 11-M, que tienen dudas sobre el explosivo que detonó en los trenes de cercanías de Madrid, los que cuestionen la sentencia de la Audiencia Nacional y ponen énfasis en que a su juicio hubo una concertación de responsables políticos, policiales y judiciales para ocultar la realidad de los hechos que a su entender apuntaban a la concertación de ETA con los terroristas islamistas, una mezcla como la del aceite y el agua. Veinte años después de su intensa actividad investigadora no han sido capaces de mostrar las pruebas concluyentes de su teoría, no han encontrado pruebas de que ETA estuviera implicada en el atentado. Siempre se dijo que ETA no mentía, y el primero que desmintió su autoría fue Arnaldo Otegi. No es que fuera la fuente más fiable, pero no se ha demostrado que faltase a la verdad.
