Opinión

Personajes y otras cosas

Unos cuantos referentes resumidos os dejo de nuevo, para avivar si tenéis interés vuestro recuerdo de aquellos años. Con su lectura os trasladaréis por unos instantes al vivir de aquella peculiar época.


El señor Edison (1952). Un hombre con alta consideración popular; se le conocía por ese sobrenombre. Tenía un importante taller eléctrico a la altura del 127 de Progreso. Una persona muy documentada y conocida por sus conocimientos en la materia. Además era profesor de Electricidad y daba clases en la escuela de FP “12 de Octubre”, por lo que muchos seguramente le recordarán, cuando estaba en lo que “más antiguamente” había sido la Casa del Pueblo, próxima al jardín del Posío. Era muy callado pero sus pocas palabras eran dogmáticas. Seguramente en aquella época nadie le vio sonreír, pero quedó de él, importante jacilla de popularidad.


El pontino Bartolo. Otro referente personal de gran estima en la época. Bueno, lo de pontino era de adopción, ya que había venido de Castilla adaptándose perfectamente a la ciudad, especialmente al barrio del Puente y al carácter y a la retranca gallega. Lo cierto es que fue un personaje con una ironía y sorna fuera de lo común, gran contador de anécdotas, chascarrillos y chistes verdes. Un buen lector, y también crítico burlón, siempre observador de la clientela de su farmacia, para sacarle punta por el más mínimo detalle. Una persona que mereció la pena de la cual quedó huella, que los pontinos sobre todo memorizan frecuentemente.


El hábito como vestimenta. No nos vamos a referir al uso de los hábitos de cofradías procesionales o de congregaciones religiosas, sino a aquellos que vestían algunas personas con motivo del ofrecimiento por algo relacionado casi siempre con algún problema de salud propia o de algún allegado. Quiero dejar constancia del debido respeto con que sobre ello me pronuncio, solo desde la perspectiva del tiempo en que casi desapareció su uso. Había quien lo llevaba temporalmente durante unos años, de uno u otro color, según el matiz del manto de la Virgen a la que estaba ofrecido; por ejemplo cuando se trataba de un problema de la vista, el hábito era verde, que correspondía al color del manto de Santa Lucía, patrona de la luz. Aunque por regla general el matiz que más llevaban era el morado, a modo de camisa en los caballeros o vestido completo en las señoras. Había también ofrecimientos para toda la vida, que naturalmente hipotecaban para siempre cualquier otra manera de vestir, si se era fiel a la promesa. Estas respetables costumbres eran muy patentes en la ancestral Galicia y Orense no se sustrajo. La usanza sin embargo fue a menos a partir de los años 60, acabando prácticamente por desaparecer.


La musiquilla del Fundador. Hablar de aquella época y no recordar el sonsonete aquél, sería olvidarse de cancioncillas y tarareo popular de la calle; estaba en todos los medios sonoros y visuales. Permaneció en tiempo de varios años aquello de “Fundador… está como nunca” (1959). La marca de Pedro Domecq canjeaba los tapones de las botellas del brandy por un disco, que traía un par de canciones de Mari Trini, Karina, Los Módulos o Los Tres Paraguayos, y otros populares del momento, más una sorpresa para el premio de un Simca 1000, y la cancioncilla propia de su propaganda incitadora al consumo del susodicho coñac. A día de hoy resulta curioso que no solo se incitaba a beber alcohol, si no que se hacia con música infantil; y además, con anuncios de dibujos animados de un niño, que era quien invitaba al trago en las pantallas de la tele, o en la propaganda de los cines.


En fin, son algunos personajes y situaciones que estaban en valor ciudadano, y fueron pasando a la trastienda de los actuales tiempos. Pero se han quedado, por haber contribuido a la Historia de Orense, en el almacén de nuestra memoria.

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