Opinión

De la amenza rusa a la defensa europea

La decisión de Finlandia de pedir su ingreso inmediato en la OTAN, a la que seguirá previsiblemente la de Suecia en un corto espacio de tiempo, ha venido seguida de la respuesta rusa en forma de amenaza difusa por la decisión de esos países que acerca la alianza militar occidental a sus fronteras. Mientras que en el caso de Ucrania la OTAN quizá nunca hubiera aceptado su solicitud de integración para mantener el equilibrio inestable que ya existía, en el caso de los países nórdicos la torpeza militar y estratégica del Kremlin ha motivado que cambie todo el paradigma de defensa de la Alianza Atlántica y de la propia Unión Europea.

Con el ingreso de los dos países nórdicos en la OTAN se da un giro copernicano a la política de apaciguamiento que se había mantenido con Rusia tras la anexión de Crimea. Ahora es preciso que termine la guerra de Ucrania, para lo que no existe ninguna perspectiva cercana, para que la diplomacia pueda desempeñar su trabajo y volver a las reglas de la distensión. Como ese horizonte no se vislumbra y el Kremlin no deja de dar muestras de acabar su política expansionista, la rección de Occidente no puede ser otra que la de poner a punto sus capacidades militares, lo que no ha sido una prioridad de casi ninguno de sus gobiernos en tiempos de paz.

El informe elaborado por la Comisión Europea en el que alerta de las graves carencias de los ejércitos europeos para hacer frente a la capacidad militar rusa es una llamada de atención para que se aumenten los gastos de defensa. Su propuesta es que se realice de forma coordinada en todos los ámbitos, tanto en el aspecto operativo y de planeamiento como en el de la adquisición de armamento y material, de tal forma que también se sume a ese esfuerzo la industria militar europea y no solo a la estadounidense, que es la gran beneficiada de las políticas de rearme. Hasta ahora todos los intentos de llevar a cabo una política de defensa común ha chocado con las políticas nacionales y los proyectos comunes de carácter operativo carecen de la envergadura necesaria como para hacer frente a una invasión como la desatada por Putin en Ucrania. Todo dentro del marco de una guerra convencional o híbrida sin tener en cuenta las amenazas del uso del arma nuclear que Rusia ha puesto ya sobre el tablero. 

La Comisión Europea recuerda que el objetivo de los 21 países de la UE que también pertenecen a la OTAN es llevar el gasto en defensa a un 2% del PIB. Aun sin llegar a él en muchos países, se producirá un incremento sustancial en esa partida, y de ahí su interés en que la inversión sea lo más eficiente y productiva posible, llegando incluso a establecerse un mecanismo de compra conjunto para algunos elementos, como la munición para limitar una posible escalada de precios. 

Entre finales de mayo y el mes de junio, la presidenta del Comisión, Úrsula von de Leyen tiene previsto insistir ante los jefes de Estado y de Gobierno en esa dirección. Putin con su guerra de Ucrania puede facilitar que la UE avance más rápido en un proceso político de defensa común que puede dejar de ser un escollo en la cooperación entre los socios.

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