Opinión

Macrón no cede

El domingo pasado, mientras Macron comparecía en televisión, en la mayoría de las ciudades francesas se producían caceroladas por su reforma de las pensiones. El martes, el presidente sufrió nuevas muestras de rechazo en Saint Denis, y el miércoles en la visita que realizó a Alsacia. Porque François Macron no cede, decidido a imponer su reforma, que entre otros puntos retrasa dos años la edad de jubilación. 

Mantiene su postura no solo porque no le gusta dar marcha atrás a sus iniciativas sino también porque hace una semana su proyecto de ley ha recibido el visto bueno del Consejo Constitucional. No hay por tanto razones de peso jurídico o legal que le obliguen a la reforma, solo razones políticas.

Macron, y todos los franceses, tanto los que están a favor como en contra de la reforma, han recibido con sorpresa la renuncia de Laurent Berger a continuar al frente del FEDT, el más potente sindicato francés, que es pieza clave en la organización de las manifestaciones que se celebran en todo el país desde hace tres meses. Berger lidera el sindicato desde hace casi once años, es una figura social indiscutible, y ha explicado que su decisión, que se concretará en junio cuando se celebre el congreso del sindicato, está muy meditada y se debe a razone exclusivamente de organización interna. Cree que después de tantos años, el sindicato necesita ser renovado y que alguien le sustituya. Ha dejado bien claro que su apuesta es por la continuidad -de hecho quiere ser sustituido por su número dos- y que el FEDT mantenga la lucha contra la reforma de las pensiones de Macron.

Esa reforma, además de provocar manifestaciones y desórdenes masivos desde hace semanas, afecta también seriamente a la imagen del presidente y a su futuro.

Los sondeos, por unanimidad, reflejan que pierde peso, y el fin de semana se ha publicado uno que alerta al Elíseo: si hoy se celebraran elecciones presidenciales, sería Marine Le Pen la ganadora de la segunda y siempre definitiva segunda vuelta, y por primera vez Francia tendría un jefe de Estado de la ultraderecha.

Macron no cede. Pero el futuro no se le presenta fácil.

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