Opinión

Muerte en Buenos Aires

La muerte del fiscal Alberto Nisman tiene todos los ingredientes para convertirse en un misterio que jamás será desvelado. Apareció en su baño con un tiro en la sien derecha y una pistola al lado. La puerta del apartamento cerrada por dentro, y según el forense sin que se haya podido determinar la intervención de segundas personas, lo que apunta claramente al suicidio. Sin embargo nadie cree esa hipótesis, cuando Nisman había preparado concienzudamente su declaración contra la presidenta Kirchner, que debía realizar ante un tribunal al día siguiente de su muerte. 

El término de “suicidio inducido” ha sido asumido por los amigos y defensores del fiscal, adelantándose a la posible conclusión del forense. En un primer momento, al conocerse la noticia, la única idea que se manejaba era la del asesinato. Al conocer datos que apuntaban al suicidio, cobró cuerpo entonces el “suicidio inducido”. Nadie de los que conocían al fiscal asume que podría haberse matado a sí mismo. Ni por su carácter ni por su interés en la declaración en la que pensaba aportar pruebas –decía- del acuerdo de la presidenta Kirchner con el gobierno iraní para conseguir que los jueces descartaran la participación de elementos de ese país en el atentado de la AMIA –Asociación Mutual Israelí Argentina- que en el año 94 costó la vida a 85 ciudadanos de origen judío. Ese supuesto pacto que pretendía denunciar Nisman, garantizaba importantes relaciones comerciales entre los dos países. En ese supuesto suicidio inducido, podría aparecer una guerra sucia en los servicios de inteligencia, en los que un sector podría estar colaborando con el fiscal. 

La larga carta de Kirchner en la que encuentra razones para el suicidio de Nisman no ha convencido a nadie. La presidenta está absolutamente desprestigiada por distintos asuntos de corrupción y nepotismo, aparte de su mala gestión de gobierno, que coloca en una situación de devastación económica a amplios sectores sociales.

Con ese panorama, todo indica que, aunque el forense y los investigadores concluyan que Nisman de suicidó, e incluso encuentren razones para que se haya quitado la vida, la duda está ahí. O más bien la sospecha sobre el papel de Kirchner en ese desgraciado episodio, aunque ella sigue diciendo a través de las redes sociales que es víctima de un complot.

Parece difícil, pero en la Argentina actual todo es posible. En cualquier caso, la muerte de Nisman abundará aún más en la deteriorada imagen de la polémica presidenta.

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