Opinión

Ponga un pobre en su puerta

En esta vida andamos enredados con los códigos éticos y todas esas gaitas que resisten el papel, cuando lo único que se les pide a los responsables públicos es que sean decentes y den ejemplo. Nada más.
Vayamos a la vida real, porque las proclamas electorales ya han aburrido antes de que haya comenzado la campaña y de que usted siga leyendo esta columna o calumnia, como le gusta decir al prezado Freire. Cuando se va de viaje con la contraria y los churumbeles acostumbra a parar a comer en un garito en el que haya muchos camioneros. Cierto, ¿non si?  Es una máxima que sigue sin discutir toda la peña. Si hay muchos camiones, tiro de freno y paro porque aquí se come bien y barato.


En una calle, que podría ser la suya, hay cuatro panaderías y dos tienen un pobre en la puerta mendigando las vueltas y dos no. En las dos en las que te importunan con el rollo de la limosna hay colas para adquirir el pan y en las otras campo abierto. Así somos. Abuela, que crió a 12 hijos casi sin pedir permiso a su marido 'canteiro' siempre decía: "Cala meu neno, que máis vale dar que pedir".
En esas anda la peña que casi no tiene. Es más, si en alguna ocasión a alguien cercano se le ocurre montar un negocio, al primero que tendría que contratar es al pobre de la puerta. Indica que ahí se mueve panoja.


Hace unos días, en la casa de madre llamaron. Y como resulta que, aunque es aldea, hay telefonillo con pantalla para ver quién es el jambo o la jamba que llama, que el hombre en cuestión se echó para atrás después de insistir varias veces. Cuando un tipo de más de un metro ochenta la preguntó desde el balcón qué carallo quería, el mozo, orondo como un tonel, dijo que un euro o tabaco.


Padre, que pasó la guerra, enseñó que agua, tabaco y pan nunca se le niega a nadie. Y ese día pudo descansar tranquilo. Pero, pasada la limosna y la parafernalia, a cualquier persona decente le entraría la sana intención de recuperar la fusta con la que nos hicieron caminar por la vida en línea recta para sabanear esta sociedad que apesta. Si vendemos que los servicios sociales funcionan, qué pinta un fulano llamando a un domicilio en el que vive una anciana. Somos todos tan correctos que todo lo que hemos conseguido se va a ir a la...

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