Opinión

Southgate Finta a la fatalidad

Hay futbolistas a los que le persigue la fatalidad como un marcaje al hombre de José Antonio Camacho, excelente lateral, seleccionador sin suerte y ahora comentarista flojo. La memoria futbolera rara vez concede una segunda oportunidad para enmendar una pifia que acaba empañando el brillo de una carrera. Por estas gradas no se olvidan accidentes protagonizados en momentos estelares por ilustres jugadores como Cardeñosa, Arconada, Julio Salinas, Eloy o Joaquín. Y seguro que faltan unos cuantos que pasan desapercibidos como los penaltis malogrados por Koke y Aspas o la debilidad de De Gea cuando le dispararon desde once metros en el Mundial de Rusia. 

En esta Eurocopa Unai Simón estuvo a punto de sumarse a la lista por recibir una cesión de Pedri con un agujero en la bota contra Croacia en octavos, pero consiguió rehacerse al instante para blindar el arco. Morata, en cambio, subió al firmamento al empatar contra Italia antes de la prórroga y media hora más tarde se despeñó al acertar a Donnarumma en el penalti que nos dejó sin la final merecida . “Nos chimparon en nuestro mejor partido. This is football. Pobre Morata, alma de loser (perdedor)”, comentó el cineasta vigués que no quiere salir en los créditos tras rumiar la decepción. Dani Olmo, al menos, le pegó con la maza a la grada.

Al seleccionador inglés, Gareth Southgate, no le gusta que le mencionen que pateó la ilusión de ganar la Eurocopa de 1996 al fallar el sexto lanzamiento en la tanda de desempate contra Alemania. Los Three Lions se quedaron en aquella ocasión sin su final, pero el fútbol ha permitido a Southgate volver al estadio de Wembley para compensar como entrenador lo que le quitó a la afición vestido de futbolista. Inglaterra alcanzó por segunda vez en la historia dos semifinales consecutivas en las grandes citas del fútbol: Mundial de Rusia y Eurocopa, pero sólo las vitrinas vacías se acuerdan de trofeos morales. Inglaterra jugaba en casa, no había encajado un gol en el torneo pero Dinamarca se adelantó en el marcador. Un penalti dudoso en la prórroga reconcilia a Gareth Southgate con la fatalidad.

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