Opinión

Con José de Cora y Hermosilla

Debería de haber realizado este viaje muchos meses atrás, pero la acumulación de libros y urgencias retrasaron la cita con José de Cora para coger el tren hacia el Madrid del siglo XVIII. El año pasado el escritor lucense nos invitó a los amigos y lectores a visitar la capital del Estado en el momento en que los Borbones se empeñaban en convertirla en una ciudad europea moderna y en expansión. Me pareció una oportunidad interesantísima para reencontrarme con mi paisano el llerenense don José de Hermosilla y Sandoval. Un prócer de la ingeniería y la arquitectura, que durante los reinados de Fernando VI y Carlos III, tuvo un papel decisivo en la transformación del Madrid cutre y casposo de los Austrias en una urbe abierta a las corrientes arquitectónicas europeas, sucesoras del barroco.

De la mano de Cora nos metimos en la harina de descubrir una serie de extraños sucesos, acontecidos o imaginados, alrededor del diseño y realización del Paseo del Prado, cuyo primer proyecto y prácticamente el ejecutado fue obra de mi paisano. La existencia en Madrid de fuentes tan emblemáticas como la Cibeles o Neptuno se lo deben los madrileños a sus sueños. Poco se lo han premiado al bueno y misterioso Hermosilla, a quien yo creo masón y estudioso de los mundos esotéricos más profundos. Tampoco se le ha reconocido ser prácticamente el introductor del neoclasicismo en España, tras levantar el Palacio de Anaya en Salamanca, e, incluso sus enemigos arquitectos, se apoderaron de méritos que él no quiso o no pudo reclamar para la Historia.

En la visita con José de Cora encontré a Hermosilla ejerciendo el papel de sombra de los acontecimientos, muerto ya Fernando VI, reinando Carlos III y vislumbrándose las conspiraciones y futuros desastres de Carlos IV. Parece que mientras mi paisano tuvo la protección del conde de Aranda, la vida le fue bien, pero caído aquel, él también fue apartado del primer plano de la escena pública, aunque se le tuviera en cuenta y se recurriera a su consejo.

Este año se celebra el tercer centenario de su nacimiento, el 12 de mayo de 1715 en Llerena, o debiera de celebrarse. La efeméride me pareció una buena oportunidad para revindicar al hombre que, además de ser el autor del edificio que hoy alberga el Museo Reina Sofía y otros muchos, puso las bases sobre las que nació la restauración arqueológica en España. Ya se verá.

De momento, durante el recorrido por las intrigas madrileñas lo pasé muy bien. El billete de José de Cora para realizar el viaje es un novelón titulado La Navaja Inglesa. Habla poco, o lo suficiente, de Hermosilla pero ha realizado un gran trabajo imaginativo, didáctico y literario. Vale la pena aceptar su invitación para viajar a los misterios del pasado madrileño.

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