Opinión

Rumiando renuncias

Al concluir la rueda de prensa sentí una honda emoción. Tan grande que siguiendo el ejemplo decidí renunciar al Premio Cervantes, a la opción al Nobel de literatura, al Príncipe de Asturias de las letras, a la pensión vitalicia para artistas de la Diputación y me hubiera gustado también poder renunciar a la hipoteca de mi casa, pero en realidad esta última casi propiedad es lo único de lo que realmente no puedo desprenderme por culpa del banco hipotecario. Al resto, como los cargos de gobernador civil, parlamentario, senador y alcalde, pude hacerlo a imagen y semejanza de Pablo Iglesias sin problemas ni burocráticos ni legales.

Es realmente emocionante semejante capacidad de renuncia al ejercicio del poder y la gloria. Me sentí muy aliviado con la renuncia del líder de Podemos a la vicepresidencia del Gobierno y con las mías. Tal que me hubiera descargado de un peso de toneladas de responsabilidad llevadas a la espalda desde siempre. Los efectos del cambio emergente por fin eran palpables, podía verlos reflejados en la pequeña pantalla y argumentados con contundencia tras el atril del político de nuevo cuño.

La representación de Iglesias, sin acompañamiento de ministros in pectore, tuvo una transcendencia simbólica extraordinaria. No fue un simple capítulo más de la soberbia y arrogancia habitual de este activista político. Fue el retrato de la derrota de un ideal de poder construido sobre la peana de la falacia. La caída de un impulso mediático que ha ido perdiendo apoyos al desaparecer los velos de la bailarina. La realidad de otra casta con los mismos vicios organizativos y combates de poder que las ya consolidadas. La desesperada lucha por alcanzar un salvavidas mientras el barco, el de las supuestas ideas de izquierda renovadora, se hunde. Pablo Iglesias, sin querer escenificó los estertores del cisne.

En los primeros 101 días de negociaciones se han consolidado dos nuevos políticos con capacidad de liderazgo y solvencia, Pedro Sánchez por la izquierda y Albert Rivera por la derecha. A la par Rajoy e Iglesias se han situado en un mismo escalón de incompetencia. Además, con argumentos idénticos. El primero exigiendo al PSOE renuncias y abstenciones para gobernar sin negociar. El segundo pidiendo lo mismo a Ciudadanos con idénticos argumentos y cifras de votos. Curiosa coincidencia sacada de la bolsa de la intransigencia, el autoritarismo y la soberbia. Y ambos con semejantes sensaciones, el uno de salir de la Moncloa y el otro de no poder entrar en ella.

Tras mis primeras renuncias he seguido rumiando otras y he imaginado la siguiente de Pablo Iglesias. Quizás la lleve en la libreta morada. Consistirá en renunciar a la confusión creada respecto del Gobierno a la valenciana. Un acuerdo como el del Botánico, entre PSOE y Ciudadanos, prácticamente está sobre la mesa. Como en la capital del Turia, Podemos cumplirá ofreciendo el apoyo externo.

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