CELEBRACIÓN

“Estos moros no aprenden"

Saínza. 24-09-2017. Batalla incruenta en A Saínza. Paz
photo_camera Un año más, ni cambiando de líder, los moros consiguieron invertir la historia en el Campo do Castelo.

La romería de A Saínza nunca defrauda. Imposible salir de allí sin una insolación, los zapatos sucios y un par de carcajadas a poco que uno se mezcle con el público, que siempre realiza una muy peculiar versión de la historia

Merece la pena aprovechar los últimos rayos del verano en A Saínza. Uno ya se sabe la historia casi de carrerilla, por eso que la celebración eucarística y el posterior combate acaban por pasar a un segundo de los planos. No obstante, como la obligación con la profesión exige, no queda más remedio que armarse de libretita y lápiz regalado para tomar buena nota de lo que acontece. 

La procesión llega puntual. Preside su alcaldesa, Josefa Asunción Morgade Rúa, que como describiría un compañero del "Hola", luce para la ocasión pantalón ceñido color crema y una decorosa blusa negra. Al final, no le acompañó la máxima autoridad de la Xunta en Ourense, Díaz Mouteira, que siguió de largo al fuego enemigo de Viana. Ameniza la Real Banda de Gaitas, con un director que cede los mandos de la expedición musical a una brava joven en el estrado, mientras él también dirige desde uno de los laterales. La ceremonia eucarística deja varias sorpresas. Adiós a los himnos, no hace mucho escuché el nacional y no el gallego. Pues, no, esta vez, la melodía tenía toda la pinta de la Novena de Beethoven. Si es que la Saínza siempre promete. 

Antonio Fernández Blanco, el oficiante, dejó a gran parte de los presentes más perplejos que un servidor: "Perdan o medo ao descoñecido, temos que liberarnos do medo ao descoñecido, dese medo a esixir unha vida digna para todos, veñan de onde veñan". Primer recadito, en clave migratoria. El segundo de ellos, lanzado directamente a los políticos, "eses, eses que saen de garabata na televisión e que cobran seis ou sete mil euros; eses, eses son os que pretenden que vivamos con 400". De tan "ojiplático" que estaba, temí por perder el derecho del susto. Pero, como diría el breve anuncio, aún hay más: "Cando viña para o campo da festa, vin a un musulmán rezando ao seu Deus. E gustoume. Ao final, todos temos os nosos deuses, pero as nosas crenzas se resumen en reproducir ese sentimento de pertenza a quen nos ama, chámese como se chame" (señor cura, dé paso al combate, por favor, que le retiran del oficio). Y así, después de esa homilía devastadora para los más decimonónicos creyentes, un avezado e inconsciente morito no tuvo mejor idea que constituirse en campo enemigo para salir corriendo con el estandarte de la más blanca, la Virgen de la Merced. La provocación le valió a los impíos la visita de un par de emisarios, uno con un acentazo "ghallegho" que parecía más de Bueu que de Ordes (el de Rairiz). De nada sirvió la diplomacia, ni el posterior cuerpo a cuerpo entre las huestes de uno y otro bando, que dejó a uno de los cristianos malheridos obligando a sus compañeros a salir en su rescate. 

El diálogo entre los dos renovados cabecillas tampoco acercó posturas. "Se guerra queredes, guerra teredes". Y, ¡al lío!, porque ya lo decía la voz en off -que este año tenía una muy distinta a la del que fuera exalcalde, Rodríguez Ambrosio, e incluso mucho más que la del que también fue su lugarteniente y ahora uno de los más críticos con Morgade, Manuel Ferreiro-, "a cousa está que arde".

OTRO BANDO MÁS

Y tanto, porque un neófito en la cuestión seguro que no alcanzaba a entender qué hacía en el campo de batalla un tercer regimiento vestido de "camisola" verde o azul y armado de "batelumes", que llegaba a mezclarse con los combatientes con el único ánimo de impedir que cualquiera de los cañonazos acabasen prendiendo en la seca hierba. Al final, una espectadora cercana lo resume: "Levan anos vindo -en alusión a los africanos-, e non aprenden". Y eso que un vecino del aparcamiento donde prendió uno de los restos de los fuegos de artificio comentaba: "Pensei que desta ganarían os moros, porque veño de Xinzo e me dixeron que todos os que hai alí viñan de camiño".

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