Seiscientas vasijas quedaron hechas aañicos en la Praza Maior tras el tradicional juego de las olas

Xinzo se rinde al Domingo Oleiro

Xinzo vivió su segundo domingo de Entroido, el Oleiro. Centenares de personas tomaron las calles, muchas disfrazadas, dispuestas a atrapar alguna de las olas de barro que se lanzaban en la Praza Maior. Durante hora y media, 600 vasijas quedaron hechas añicos al estrellarse contra el suelo. La fiesta, que comenzó por la mañana con la procesión de San Sebastián, se mantuvo hasta la noche.
El Entroido ya se adueñó de Xinzo, y vecinos y visitantes dieron ayer rienda suelta al jolgorio e incluso a la imaginación para disfrazarse y salir a la calle. Era el Domingo Oleiro y 600 ’olas’ de barro quedaron hechas pedazos tras estrellarse contra las piedras de la Praza Maior, que se convirtió en campo del tradicional juego de las olas.

La fiesta ya comenzó a las 12 de la mañana con la procesión de San Sebastián desde la iglesia vieja a la nueva, ambas en el centro de la villa. En el acto religioso participaron decenas de devotos y estuvo amenizado por la Banda de Música de Xinzo.

Sobre la una de la tarde, la charangas ’NBA’ de Bergondo y ’Escachapeitos’ de Barbadás animaban las calles que, poco a poco, se fueron llenando de disfraces, algunos de ellos de lo más atrevido simulando bandas de mujeres guerreras, payasos, atrevidas enfermeras y campesinas.

El juego de las olas comenzó a las cinco de la tarde. Una hora antes, la balaustrada del recinto y las calles adyacentes estaban llenas de personas interesadas en el desfile de los carros con las olas de barro. Los carreteros, todos ellos disfrazados, fueron puntuales y a las cinco descargaban las primeras vasijas para que los participantes las lanzaran unos a otros hasta que uno, por falta de agilidad y fuerza, la dejara estrellar contra el suelo. Entonces el árbitro le penalizaba a invitar a vino. En hora y media, 600 olas quedaron hechas añicos en el suelo, de varias de ellas saltaban harina y caramelos. Sólo una fue a romper en la cabeza de uno de los contrincantes, que tuvo que abandonar el juego. La fiesta se prolongó hasta la noche.

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