Reportaje

Arte en el supermercado de Outomuro

José Domínguez ha dejado de ser Pepe “o da tenda” para ser “o dos cadros”. ¿El motivo? La exposición al aire libre que, desde hace unos meses, preside la fachada de la vivienda familiar y del antiguo negocio ubicado en la travesía de Outomuro.

Retratos, paisajes, dibujos abstractos, bodegones y mismo cuadros de temática religiosa componen la exposición al aire libre que este año da color a las calles de Outomuro (Cartelle). Su autor es José Domínguez, un empresario jubilado  que, con la pandemia, ha decidido decorar las fachadas de su vivienda y de su antiguo comercio con una muestra de los más de 200 cuadros que atesora en el bajo que antaño albergó un supermercado y que ha ido pintando a lo largo de sus 85 años de vida. “Sempre pintei. Os anos do negocio foron os de menos actividade… pero sempre había un momento. Agora, coa pandemia, cheguei a quedarme sen material”, reconoce sobre una afición que le reporta felicidad. “Ás veces empezo pola mañá a pintar e ten que vir o fillo a chamarme para ir comer. Logo sigo pola tarde e fáiseme noite pintando”, relata. 

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Dice que la idea de sacar los cuadros a la calle que no gustó mucho en casa, pero se lo comunicó al Concello y desde hace unos meses sus obras sorprenden a los conductores de la carretera OU-404 que comunica Celanova con Barral atravesando Cartelle. “Algún parou e timbroume porque quería mercar un, pero non os vendo”, matiza y eso de haber recibido numerosas peticiones de amigos y conocidos. “Dáme mágoa”, confiesa, mientras que recuerda que un “rapaz” de Sabu,z que está en paro, le propuso cambiar “ao troco” un cuadro por patatas y aguardientes. 

La afición a la pintura, confiesa, le viene desde pequeño, pero fue en Venezuela, donde canalizó su arte. Allí, además de trabajar de viajante, albañil y también de pintor de brocha gorda, estudió pintura, en una academia primero y en la escuela de Bellas Artes después. “Alí facías o que querías, non pagabas nada. Pero tampouco aprendías”, comenta con una sonrisa de oreja a oreja, recordando con cariño a Joaquín Castelnou, que además de gran amigo, fue quien le descubrió pintando y le costeó sus estudios en Caracas. Viajero nato, pasó unos años en Inglaterra antes de regentar durante tres décadas el negocio en Outomuro, y del país de Constable y Turner le quedó firmar como Joe, “un nome máis comercial”, bromea.

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Esta no es la primera vez que Pepe comparte su arte con los vecinos. Hade dos décadas, a los tres meses de jubilarse y previa autorización municipal, llevó a cabo una serie de pinturas murales en la Ruta do Santo que aún hoy se conservan en el área recreativa de A Pontenova y también son cosa suya las piedras coloreadas del campo de fútbol y de la hípica de O Mundil. “Gústame”, dice sin perder la sonrisa.

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