Entrevista

Borrajo: "El programa de acogida temporal de niños rusos es un regalo de vida"

José Manuel Borrajo es el presidente de Ledicia Cativa.
photo_camera José Manuel Borrajo es el presidente de Ledicia Cativa.
 José Manuel Borrajo González es el presidente de la Asociación Ledicia Cativa

Por segundo año consecutivo, las familias de Ledicia Cativa se quedarán sin poder disfrutar y compartir el verano con sus pequeños rusos procedentes de la región de Brianks, de las más afectadas por la radiación de Chernóbyl. Esta semana unos 60 menores rusos tendrían que estar aterrizando en otros tantos hogares gallegos, fruto del programa de recuperación de la salud que, desde hace 25 años, coordina la organización sin ánimo de lucro originaria de la comarca de Terra de Celanova. Su presidente es José Manuel Borrajo.

¿Cómo se toma esta decisión?

Es algo que adoptamos desde la junta directiva el pasado mes de enero, consensuado con la parte rusa y consultadas las autoridades gallegas. Es una decisión que tomamos con todo el dolor de corazón, pero es que las actuales circunstancias no hacen idóneo el desarrollo de un programa de recuperación de la salud como es el nuestro.

¿Qué expectativas tienen de poder recuperar el programa en 2022?

Tirar una moneda al aire... Lo que está claro es que si podemos desarrollar el programa en el año 2022, lo disfrutaremos el triple.

Son dos años consecutivos sin programa, ¿habrá muchos niños que ya no regresarán por haber alcanzado la mayoría de edad?
Sí y también teníamos muchos niños y familias nuevas que iban a empezar por primera vez con la acogida en 2020. Nos pasó algo similar en el 2000. Ese año teníamos 65 niños y niñas que venían mayoritariamente para Celanova y, por un problema que hubo en Asturias, se complicó y no pudieron venir. Pero al año siguiente empezamos de cero. En la asociación pasamos momentos duros, como cuando dejamos de traer niños de Siberia y Tula o los de los orfanatos, porque era imposible aceptar lo que nos planteaban... Han sido mazazos que influyen en las familias, pero aquí estamos. Lo importante son los niños y niñas, es tan necesario para su desarrollo personal y físico, para hacerlos más fuertes. Está en el ADN de la asociación y no lo vamos a dejar.

Este año se hubieran conmemorado las bodas de plata 

Sí. Aunque la constitución de la asociación fue posterior, en el año 1996 comenzó nuestra labor con el empeño de dos mujeres del rural de Ourense, de Maceda y As Pías (concello de A Merca). Esas dos mujeres, contra toda lógica y a fuerza de corazón, sentaron las bases de este programa.

¿Cómo es la relación entre los menores y las familias de acogida en tiempos de pandemia?

Como asociación gestionamos las acogidas y coordinamos y vigilamos el programa, pero las relaciones son algo entre familias, las rusas y las gallegas. Hoy, con los correos electrónicos y los whatsapp, las relaciones son mucho más fluidas que antes. Es muy emocionante ver cómo se gesta y consolida ese vínculo y como esos menores van creciendo y desarrollándose en el seno de una familia con la que comparten veranos entre los 6 y los 17 años.

¿Se mantiene el contacto después del programa?

Tú no sabes cómo influyes en las personas, pero sí. Si no es con una llamada, es con un recuerdo... Es que nuestro programa es un regalo de vida. Con el paso del tiempo, los menores nos escriben cartas que te dejan tiritando el corazón de lo agradecidos que están por lo que hizo la asociación y las familias.

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