Más de 400 voluntarios, entre niños, adultos y sobre todo mayores de la villa de Celanova, colaboran de una forma u otra en la elaboración de las alfombras del Corpus, que este domingo engalanarán las siete calles del casco histórico. Una colorida pasarela natural de 1,2 kilómetros de extensión que requiere alrededor de 300 cajas de flores, 25 sacos de mirto y el doble de viruta, que después las abuelas se encargan de teñir para completar los motivos eucarísticos.
De su historia y tradición habló ayer el técnico de cultura celanovés Antonio Piñeiro en el transcurso del 'III Congreso internacional de arte efímero' que esta semana se celebra en Ponteareas. Celanova fue el único municipio gallego, además del anfitrión, en un encuentro que congregó a 15 delegaciones (seis españolas y nueve de distintos países del mundo), que tienen en la confección de alfombras florales una destacada expresión cultural. Arte que pondrán en práctica el sábado con la elaboración de tres metros de alfombra para la procesión dominical.
PUNTO DE ENCUENTRO
Siete días después de celebrar la comunión de sus hijos, Marcos, Transi, Raquel o Lola se encuentran inmersos en los preparativos de recolección de las flores y hierbas que adornarán la rúa da Botica. 'Es una zona donde no vive nadie, así que hace unos años se optó por que esa calle la adornaran los padres de las comuniones', explicaba el párroco local, César Iglesias quien, acompañado por un grupo de progenitores y vecinos de la villa, ayer se lanzaba al monte para recoger las flores y el mirto necesarios. 'Hay que apurar hasta el final, porque si no se marchitan', apuntaba Marcos Gutiérrez, uno de los padres participantes y viejo colaborador en ediciones pasadas.
Un duro trabajo que, sin embargo, unos y otros realizan con gusto. 'Es un tiempo que compartes con los vecinos o los padres de los amigos de tus hijos', relatan los 'diseñadores' florales de la rúa da botica. 'Personalmente es algo totalmente novedoso que este año vivo en primera persona y me parece fascinante', confesaba Transi Carbajo, otra de las madres que pasó su niñez en Alemania donde asegura 'allí no se hace nada parecido'.
PUNTO DE ENCUENTRO
Siete días después de celebrar la comunión de sus hijos, Marcos, Transi, Raquel o Lola se encuentran inmersos en los preparativos de recolección de las flores y hierbas que adornarán la rúa da Botica. 'Es una zona donde no vive nadie, así que hace unos años se optó por que esa calle la adornaran los padres de las comuniones', explicaba el párroco local, César Iglesias quien, acompañado por un grupo de progenitores y vecinos de la villa, ayer se lanzaba al monte para recoger las flores y el mirto necesarios. 'Hay que apurar hasta el final, porque si no se marchitan', apuntaba Marcos Gutiérrez, uno de los padres participantes y viejo colaborador en ediciones pasadas.
Un duro trabajo que, sin embargo, unos y otros realizan con gusto. 'Es un tiempo que compartes con los vecinos o los padres de los amigos de tus hijos', relatan los 'diseñadores' florales de la rúa da botica. 'Personalmente es algo totalmente novedoso que este año vivo en primera persona y me parece fascinante', confesaba Transi Carbajo, otra de las madres que pasó su niñez en Alemania donde asegura 'allí no se hace nada parecido'.
