La emigración venezolana rinde homenaje al celanovés Manuel Álvarez Quiroga

Las dependencias de la Hermandad Gallega de Venezuela en Caracas, entidad con más de seis décadas de historia y una segunda casa para muchos ourensanos y celanoveses que decidieron cruzar el charco, han inaugurado este verano el Archivo Histórico Don Manuel Quiroga. Una sala para la recopilación y consulta de todo el material gráfico y documental sobre la historia de la institución y que ahora lleva el nombre del emigrante celanovés. Uno de los cofundadores de la Hermandad, dirigente del área deportiva y cronista oficial en los casi 63 años de actividad que se conmemorarán el próximo 12 de octubre. “Yo no soy amigo de esas cosas, no quería que me hicieran nada”, comentaba el homenajeado quien, a sus 87 años, con mucho pudor y la mediación de amigos, este año aceptó ser el orador de honor de las celebraciones del Día de la Patria Galega a petición de la Asamblea de Representantes. La Hermandad Gallega de Venezuela ha querido homenajear en vida a uno de sus socios fundadores y cronista oficial, el celanovés Manuel Álvarez Quiroga, poniéndole su nombre al archivo de la entidad. Sin embargo, enfatizaba que la sorpresa fue mayúscula cuando, finalizada su intervención, los presentes le invitaron a inaugurar la sala con su nombre. “No me lo esperaba, la sorpresa fue grande”, reconocía desde el otro lado del teléfono, desvelando que “ahora estoy llevando mis historias, mis archivos a la hermandad. No quiero que todo esto pierda”, dice el autor de innumerables artículos y publicaciones sobre la comunidad gallega en Venezuela, quien conserva también las cartas que mantuvo con su amigo Celso Emilio Ferreiro, “y también coincidí con Pepe Velo en la academia del Lar Gallego, era un gran profesor y una buena persona”, comenta de su convecino. El archivo, cuya extensión dice que no lleva la cuenta, incluirá también alguna que otra revista y escritos que le remiten desde su villa natal. Viaje pendiente Celanova está muy presente en su biblioteca y en los recuerdos de su niñez, de su familia y del paisaje bañado por los ríos Sampil y Sorga que dejó con 19 años para embarcar rumbo a Venezuela, donde empezó trabajando en el sector de la hostelería y acabo la industria química. “Hace tiempo que no voy. Mientras vivieron mis padres iba todos los veranos. Ahora tengo ganas de volver. Se extraña”, confiesa con la idea de poder viajar el año que viene. A la espera de ese viaje, Quiroga es un fijo en las actividades que organizan en la hermandad. “Se está recuperando de la pandemia. Empiezan a hacer actividades, no tanto como antes que celebrábamos la Ramallosa, pero hay un relevo generacional muy grande”, dijo.