El ambiente: "Mañana mismo empiezo a correr"

San MArtiño 2018.
photo_camera Una de las espectadoras de la prueba mira hacia el grupo de corredores de la cita absoluta.

La fiesta del atletismo ourensano (y autonómico) volvió a meter el "gusanillo" en el cuerpo a muchos futuros practicantes de este deporte

Seguro que en su vida ha tenido muchas oportunidades porque peinaba canas. Incluso quizá lo haya intentado alguna vez sin éxito en el pasado. Pero, a eso de las 13.30 horas, se marcaba un objetivo personal con tal rotundidad que costaba dudar de su palabra: "Mañana mismo empiezo a correr". Lo dijo mientras agarraba de la mano a un pequeño atleta de poco más de un metro de altura.

No fue el único en pronunciar una frase parecida. Es lo que consigue la San Martiño. Bien sea por el ambiente, por las caras de felicidad de los demás o, por qué no, por algo de envidia, la fiesta del atletismo gallego hace que los que no participan quieran estar el próximo año. Un efecto de atracción que no cesa y que garantiza el buen estado de salud de la prueba. 

Porque la jornada volvió a cumplir con las expectativas de mayores, pequeños, inclusivos, público y autoridades. De principio a fin. La música y las pruebas de sonido que atronaban desde antes de las 10:00 horas, sirvieron como improvisado despertador para los vecinos que levantaban las persianas para ver el espectáculo. Pero no había malas caras. La San Martiño forma parte del ADN de la ciudad y se le perdona que te robe unas horas de sueño. Aunque el sábado noche fuese duro.


Brindis con plátanos


Ante sus ojos, un variado mosaico (con el fosforito como color predominante) que calentaban antes de formar en el Puente del Milenio. Rotondas humanas que servían para cambiar impresiones. "Hoy no voy bien", comentaba uno. Falta saber si es como aquel que en los exámenes decía que iba a suspender y luego sacaba un 10 y fingía sorpresa. El crono dictaría sentencia aunque, para muchos, es lo menos importante.

Café, geles y plátanos constituían la alimentación previa. Las cafeterías de los alrededores de Os Remedios, a reventar. Hasta que el primer pistoletazo de salida sirvió para iniciar la acción. Primero los absolutos y, de ahí, hasta los más pequeños. Algunos padres corrieron dos veces, una solos y otra acompañados de sus herederos.

Porque la San Martiño lo vale. Porque mientras siga teniendo esa capacidad de atracción, tendrá recorrido. Surgieron más corredores de los que empezaron. Quedémonos con eso.

Te puede interesar