Tres victorias consecutivas han sacado al Atlético Arnoia de un peligro inmediato, la última, frente al Beluso, supone dejar atrás a los pontevedreses y sobre todo poner puntos de por medio con las cuatro plazas de descenso, pero también con las dos que llegarán por culpa de los arrastres desde la Tercera división.
En una primera media hora plena de efectividad, los ourensanos sentenciaron el partido. Los ourensanos pero particularmante Alfredo, que hizo los tres goles. Con todo decidido, en el minuto 88, descontaron los visitantes, cuando la felicidad en el campo de A Queixeira era absoluta, nada que ver con la zozobra que ha caracterizado el caminar durante muchos meses.
Está siendo la temporada un carrusel de obstáculos para el Arnoia, que hace apenas tres semanas veía el futuro más negro que colorido. Una victoria frente al Céltiga encendió la mecha de la esperanza, una agónica a ultimísima hora en Xinzo la prolongó, esta tercera, sobre el Beluso, deja a los de Vilachá en una posición con la que pocos soñaban a la hora de abordar los tres últimos partidos de la competición.
Cuesta abajo desde que en el minuto 13 adelantó Alfredo a los locales, con el 3 del Arnoia acertando de nuevo en el 25 y en el 30, el cielo se encapotó cuando el guardameta Rui Santos fue expulsado con prácticamente toda la segunda parte por delante. Rubén Arce fue el damnificado, el que tuvo que dejar el campo para que Martín se colocase bajo los tres palos. Capeó bien el temporal el portero, el gol de Piñeiro en el 88 no dejó de ser una anécdota, maquillaje para la derrota. La victoria estaba abrochada y bien abrochada.
Tres jornadas todavía por delante, que encara el Arnoia desde la undécima posición, con los mismos 46 puntos que Antela y Villalonga, pero sobre todo con cuatro más que el Beluso y seis más que el Verín, ahora mismo los dos a los que los arrastres mandarían a la categoría inmediatamente inferior.
La próxima jornada llevará a los ourensanos hasta el campo de un Atios que nada se juega ya. Despedirán la temporada en casa contra un Valladares prácticamente fuera de peligro y cerrarán en Vilalonga, en el mítico San Pedro.
