El equipo ourensano encajó ante el Lleida la segunda derrota consecutiva en el Pazo y se complica la vida en la pelea por la permanencia

El COB se desinfla

El pívot del COB Andy Ogide trata de superar la oposición de Pere Oriola. (Foto: XESÚS FARIÑAS)
El COB ratificó ante el Lleida la falta de liderazgo, acierto o valentía necesaria para salir airoso cuando el agua llega al cuello. El mismo partido de la pasada jornada ante el Melilla pero cambiando el color las camisetas visitantes.
Otro desesperante empeño en encandilar de inicio a la grada y desesperarla al final. De cómo empezar sacando del campo al contrario y bordando el juego ofensivo y terminar suicidándose en los minutos de la verdad. Sin dirección, sin fuerza, sin confianza. Mal negocio en un deporte con predisposición a definir el éxito o el fracaso en la foto finish.

El Lleida esperó su momento y no lo desaprovechó. Tuvo el mérito de no irse nunca del partido en las cuatro ocasiones en las que el COB hizo equilibrio sobre la manida distancia de los diez puntos. No fue mejor el equipo visitante pero sí más creíble. Sin arabescos ni una pegada demoledora pero reconocible de principio a fin. Una sucesión interminable de aportaciones plausibles sin dependencias. Uno tras otro fueron haciéndose notar los jugadores de un equipo impecable en actitud desde el salto inicial.

En el COB, Barbour y Múgica anotaron sin descanso. Impecables los dos. Pero el resto no estuvieron a la altura. El banquillo sumó en su primera aparición pero nunca fue factor desequilibrante, Kedzo y Ogide más de lo mismo y Gibbs fue la clave de los deméritos. El base norteamericano volvió a demostrar que va por delante de la Liga en talento individual y facilidad anotadora pero abusó del bote, no leyó nunca la defensa rival, fue perdiendo el respeto de sus pares y acabó fallando todo lo que tocó. El termómetro del partido.

Con todo, el COB llegó con claras opciones de victoria a los tres últimos minutos del partido. Porque ahora incluso en los peores momentos es el doble de equipo que al inicio de Liga en los mejores. Llegó con opciones al cara o cruz tras cometer el delito de no haberlo evitado previamente cuando se vislumbró la posibilidad de hacerlo.

Ahí ganó el que estaba impulsado por la ilusión. Perdió el lastrado por el miedo. La fuerza centrípeta de cualquier Liga que ancla al que pelea por la permanencia independientemente de la categoría o la temporada. Ante el Coruña tendrá el COB otra oportunidad de superarla pero ya resignado a tener en el play out el premio gordo de la Liga regular. Inmejorable ensayo pero con el consuelo de tener que enfrentarse a otro paciente con los mismos síntomas.

Ante el Lleida, la presión dictó sentencia. Callegari primero, Feliú después y Rodríguez al final asumieron con normalidad la responsabilidad de decidir. En el COB, nada. Barbour desfondado, Gibbs negado, Ogide errático y Kedzo sin puntería. Otro buen aviso del que tomar nota y recuperar algunas señas de identidad defensiva que se han diluido y que de ningún modo están reñidas con las mayor solvencia ofensivo que tiene ahora el equipo. Toca sufrir, pero ya se sabía.

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