La valentía y orgullo de ser último en la San Martiño

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photo_camera María Isabel Domínguez, cruzando en última posición la línea de meta en Os Remedios.

La historia de María Isabel Domínguez, farolillo rojo de la popular ourensana

Ayer ganó Lekhili. Cincuenta y dos minutos después, cruzó la meta María Isabel Domínguez (Ourense, 1989). En la posición 4.538. Última. "Al principio me dio mucha vergüenza. Qué desastre", se confiesa con voz tímida. Su novio le estaba esperando en la meta, sus padres iban a ir pero no pudieron al final.

"Hacía mucho tiempo que no corría la San Martiño. Sería el 2005 o así". Por aquel entonces era adolescente y estudiaba en el Valle Inclán. Al poco colgó los estudios. "Ahora me arrepiento mucho", asegura. Del deporte tampoco se acordó demasiado: "Me puse a trabajar de camarera. Algo había que hacer. Pero luego con la crisis encontrar trabajo se me complicó mucho. En Ourense es difícil encontrar chollo".

Últimamente, fue a hacer un par de entrevistas para dependienta del Berskha. "Al final no me cogieron. Me desanimé bastante", confiesa María Isabel. Entremedias llegó la San Martiño: "Me dio un arrebato y me apunté. Casi no hago deporte y eso no es bueno".

El sábado llegó su cuñada desde Barcelona y fueron a cenar. "No bebí casi, solo una copita de vino", se excusa, antes de remachar que después casi no pudo descansar: "Estaba un poco nerviosa, me costó mucho dormir, no sabría si conseguiría terminarla".

El sol de domingo salió, y María Isabel se instaló en la salida. "Al principio me costó mucho. Iba con un chico, pero se sintió mal y tuvo que abandonar. Eso me amargó. Después, en el kilómetro cuatro o cinco me empecé a encontrar algo mejor", señala. A esas alturas, Domínguez estaba en la cola del enorme pelotón de atletas: "Adelanté a unas chicas, pero después tuve que parar y me volvieron a superar. Ahí me di cuenta que igual terminaba atrás de todo". Dice que le entró un poco de pánico: "Estaba claro que no iba a ganar, pero una no empieza la carrera pensando que va a acabar de última".

Los kilómetros pasaban, y la cabeza de la ourensana no dejaba de trabajar: "Para cuando llegué a meta estaba bastante rallada".

¿La mejor medicina? Su novio. "Me dio muchos ánimos. Yo tengo una mentalidad muy negativa y enseguida veo todo negro. Pero poco a poco me hizo sentirme mejor", detalla Domínguez, que después de comer, descansar un rato y dar un paseo ya tenía otra voz al teléfono: "Me hubiera gustado hacerlo mejor, pero quiero que esta San Martiño sea el principio de algo. Quiero hacer más deporte, dejar de fumar". ¿Y para el año? "Vuelvo seguro".

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