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La ruina de los campos de cereal

photo_camera Una cosechadora recogiendo el cereal en campos de Australia.

Entregas de materia prima a los operadores sin contratos ni precios siguen marcando la realidad del sector

Finalizada prácticamente la siega en las zonas más al norte de la península con unos buenos, aunque irregulares resultados en volumen según zonas, el sector de los cereales ha sufrido el peor año de esta década en lo que se refiere a los precios, con unas caídas prolongadas que se mantienen desde el inicio de campaña. Desde el boletín Infomarket, en sus análisis de los mercados, se considera que las cotizaciones podrían haber tocado fondo, no consecuencia de los datos que se puedan manejar sobre el comportamiento de esos mercados internacionales, sino simplemente porque los agricultores no están dispuestos a vender ya por debajo de la que les están ofreciendo, una media de 135 euros para las cebadas y de 144 euros para los trigos blandos. Desde la organización UPA se denuncia la situación como ruinosa que no va a permitir cubrir los costes de producción a pesar de los elevados rendimientos y se reclama una mayor transparencia de los mercados en origen donde las lonjas juegan un papel importante de referencia, aunque no sea decisivo.

Al margen de que las estimaciones de la cosecha tienen algunas diferencias según la procedencia de las mismas, no hay dudas de que se trata de una gran cosecha global que, con la producción de maíz se podría situar en el entorno de los 23 millones de toneladas, aunque los rendimientos han tenido sensibles variaciones en las zonas productoras. Medios de los operadores y del sector manejan un volumen de unos 9,6 millones de toneladas en cebadas, de otros 6,8 a siete millones de toneladas en trigos blandos y cerca de un millón de toneladas en trigos duros y dos millones de toneladas en los llamados cereales secundarios como avena, centeno y triticale, con un importante incremento sobre la campaña anterior. En la parte negativa se halla el maíz donde la producción mantiene su línea de caída registrada en las últimas campañas hasta solo unos 3,6 millones de toneladas frente a los 4,6 millones de años pasados.

Este incremento de la cosecha nacional se complementa con una buena en todo el mundo, incluidos los países del resto de la Unión Europea, aunque con resultados muy irregulares, malos para el trigo francés o en el Reino Unido, mientras en los países del este las perspectivas son muy positivas.

España, a pesar de esta elevada producción, debido al fuerte peso de sus cabañas ganaderas intensivas, mantiene esta campaña sus grandes necesidades de importación. Según los datos elaborador por Infomarket, son necesarias unas importaciones mínimas de 3,5 millones de toneladas de trigos blandos, 4,7 millones de toneladas de maíz y unas 240.000 toneladas de trigos duros. Ello significa que el mercado nacional de los cereales se halla totalmente abierto al devenir de los mercados internacionales, sometido a la evolución de las producciones, a la demanda en el resto de los continentes y también a la presión de los especuladores. Actualmente hay que tener en cuenta además otros factores en contra de la subida de los precios como es la bajada en el coste de los fletes por el aumento de la oferta de mas barcos disponibles con guerra de precios por la ralentización de la economía y, sobre todo, por el bajo precio del gasóleo que es fundamental en el coste del transporte.

En lo que va de campaña, y con muy ligeras y contadas excepciones. los precios de los cereales han tenido una línea descendente hasta tocar las cebadas los 135 euros tonelada y menos de 150 euros los trigos blandos, mientras los trigos duros juegan en otra división. Las previsiones a corto plazo es la estabilidad, aunque no se descarta la posibilidad de un repunte en los próximos meses si se produjera una retención de la oferta.

En lo que afecta al mercado interior, uno de los principales problemas los que se enfrenta el sector de los cereales es su escasa organización con muy contadas excepción como sería la expansión de la cooperativa AN de Navarra que ya tiene una gran presencia en ambas mesetas y todo el Ebro. No existe una política de ventas coordinada que se vuelve contra los propios cerealistas.

Un segundo problema se halla en la propia actitud de una parte muy importante de los productores que fuera del ámbito cooperativo, en muchos casos siguen entregado la mercancía sin precio a los operadores y simplemente esperando una liquidación en los próximos meses a resultas. Desde la Administración se ha recordado al sector en su conjunto la obligatoriedad de que todas esas operaciones de compraventa se deben hacer bajo un contrato donde debe figurar volumen de entrega y, sobre todo, el precio bien fijo o ligado a otros parámetros como lonjas o mercados de futuros. Se trata de un sector donde la firma de contratos hasta la fecha era muy escasa y donde, según todos los indicios, a pesar de las advertencias de la Administración, han seguido como estaba, con la entrega de la mercancía sin la firma de contratos.

Las lonjas, sobre el papel, podían ser un punto de referencia para ver el comportamiento de los mercados y, con ello, la posibilidad de ver por dónde se manejan los precios. Sin embargo, en las mismas tienen una posición de mayor dominio los industriales y los operadores frente a la presencia o ausencia de la producción.

Al margen de la responsabilidad, que la tienen los propios agricultores al no tener y apoyar una adecuada organización para ordenar su oferta y defender sus precios, no ayuda mucho la política llevada a cabo desde la propia Administración central agraria y de las Administraciones autonómicas que, ante cualquier problema del sector se suelen ir de rositas como si las crisis no fueran con ellas. Agricultura ofrece datos sobre las previsiones de cosechas con retrasos alarmantes dando unas cifras que solamente sirven para que en su día las analicen los estudiosos de las hemerotecas, pero no para los agricultores que se hallan sobre el terreno. Agricultura tampoco ofrece información en tiempo real sobre el comportamiento de los precios en origen en España y en los principales mercados que pueden afectar a los productores españoles, evolución de la demanda, políticas de aranceles, etc para disponer de datos objetivos que contribuyan a adoptar una decisión de vender o almacenar, todo ello dentro de la prudencia con la que se deben analizar esos datos sometidos además a la presión de las políticas especulativas. No es de recibo que la información sobre precios y mercados se la ofrezca el operador a los agricultores.

La cabaña ganadera está siendo desde hace ya muchos meses la más beneficiada de esta situación de precios bajos frente a los 250 y hasta 270 euros tonelada que llegaron a estar en 2013.Un dato de hemeroteca. El precio de la cebada en mayo de 1990 era de 25,50 pesetas y de 26,8 el trigo blando.

Con todo ello por delante, nadie se atreve a presagiar el futuro comportamiento del mercado. Desde diferentes partes del sector, hay simplemente un consejo para evitar riesgos: Vender la producción en tres fases, una recién cosechada, otra a finales de año y otra en los primeros meses del año siguiente.

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