Enrique González, presidente del Instituto de Censores Jurados de Galicia

“Para sobrevivir a la crisis el empresario debe ser realista”

Foto: Santy
A finales de noviembre Vigo acogerá la XX edición del Congreso Nacional de Auditoría, jornadas con las que “trataremos de hacer visible nuestra labor y su importancia en el momento económico actual”, afirma Enrique González (Vigo, 1963), presidente del Instituto de Censores Jurados de Galicia.
Licenciado en Ciencias Empresariales por la Universidad de Vigo y de Santiago, González lleva vinculado al ámbito de la auditoría de empresas desde principios de los noventa. En Galicia existen unas 200 empresas de autoría de cuentas, entre las que se encuentran las grandes multinacionales de un sector que facturó más de 730 millones de euros a nivel nacional el pasado ejercicio.

El congreso nacional reunirá a más de mil auditores de España y Portugal.

Reclaman más transparencia de las empresas, ¿no lo son suficientemente?
El perseguir más es siempre fundamental. No vamos a decir que no hubiese transparencia, pero todo lo que sea a mayores es positivo y más en estos momentos. Estamos viviendo un tiempo tremendamente delicado en el que la desconfianza en todos los operadores económicos está a la orden del día. Limar desconfianzas es una labor prioritaria para salir de la situación en la que estamos. Más transparencia equivale a más información. Sólo aquellas compañías que asuman esta conciencia, podrán salir adelante. Las empresas necesitan conocer la realidad de todos los que tengan relación con esa compañía, es decir operadores económicos, clientes, proveedores, bancos, etc. Ahí la transparencia juega un papel fundamental.

Tiempo de crisis, ¿tiempo de opacidad?
Prefiero hablar de tiempo de supervivencia para el empresario. Y eso le puede llevar a tomar decisiones no muy claras. Nosotros defendemos que para sobrevivir, cada uno debe asumir su realidad. El empresario muchas veces se autoengaña, creyendo que esta es una situación de aguantar dos meses, y el dibujo es otro. Muchas veces la opacidad nace ahí, creyendo que la situación se va a mejorar a corto plazo.

¿Por qué son tan reticentes las compañías a mostrar sus números?
Siempre ha existido una filosofía, y más en Galicia, relacionada con “lo mío es mío, y que nadie se entere de lo que tengo”. Esto es algo que para los gallegos es casi una filosofía de vida. Hoy por hoy, y de cara al futuro, eso no puede ser. Las empresas deben asumir una cultura de transparencia, de mostrar su realidad. Pero no sólo es suficiente que dé a conocer su situación, la gran duda muchas veces es si el propio empresario es conocedor de su realidad, sobre todo en el caso de las pequeñas empresas. Tengo serias dudas sobre esto. El empresario sabe, en el día a día, si tiene más o menos dinero en el banco, pero no tiene una buena información sobre si gana o pierde, y dónde gana y dónde pierde. Necesita una información que le sirva de referencia fundamental a la hora de tomar decisiones. Es lo que defendemos. Ha existido la creencia de que como la rueda de la economía funcionaba, el empresario tiraba hacia adelante. Hoy la rueda se ha parado, y el empresario necesita saber cómo está para decidir hacia dónde ir. Y esto sólo se hace con mucha información, y sobre todo real.

¿Tiene alguna responsabilidad el auditor en la situación de muchas empresas?
El auditor da una opinión sobre una fotografía fija de una compañía. Él dice cómo está la empresa en ese momento, no predice el futuro. Pero los acontecimientos económicos se han disparatado de tal manera que lo que hace dos años era una empresa solvente, por una coyuntura económica internacional, ha derivado en situaciones económicas muy precarias. En eso el auditor no tiene nada que ver.

Entiendo que las pymes son las más reacias a ser auditadas.
Sí, por una cuestión de hábito. La gran empresa suele estar participada por varios accionistas o varias familias. Eso exige que las cuentas estén auditadas para que todos los accionistas tengan plena confianza en la información económica anual que se les facilita. La pequeña empresa no tienen este hábito y el pequeño empresario es receloso de lo suyo, no está acostumbrado a mostrar sus cuentas. Es más reacio a que alguien de fuera le diga lo que está bien y lo que está mal. Pero el futuro para todas las empresas, grandes o pequeñas, pasa por ofrecer esa información verificada por un tercero.

¿Cuáles son las claves de una buena auditoría?
Que el auditor sea una persona, o una empresa, con suficiente experiencia y que conozca muy bien la realidad que está auditando. Por lo tanto que tenga un conocimiento más o menos amplio de la compañía y el sector en el que opera. Otro factor importante es la disponibilidad del auditado. El objetivo del auditor no es detectar fraudes, sino que hace su trabajo en base a los procesos legalmente prefijados. Aplicando estos procedimientos, con el conocimiento de la empresa y del sector y contando con la disponibilidad del auditado, la auditoría tendrá un buen resultado.

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