Abucheos y gritos de dimisión contra Sánchez en el desfile del 12 de octubre

photo_camera Sánchez y los reyes, en la tribuna de autoridades durante el desfile por la Fiesta Nacional.

En la parada por el Paseo de la Castellana de Madrid participaron más de 2.650 militares, 68 aeronaves y 115 vehículos

Los abucheos y gritos de dimisión al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, protagonizaron ayer el Día de la Fiesta Nacional que recuperó el tradicional desfile por el Paseo de la Castellana, después de que el año pasado se suspendiera por la pandemia, aunque en un formato más reducido. Los reyes Felipe y Letizia, acompañados de la infanta Sofía, presidieron la parada militar, a la que no asistió la princesa Leonor, debido a las condiciones sanitarias que impone el internado en el que estudia bachillerato en Gales.

La normalidad caracterizó un desfile en el que Sánchez no pudo evitar los pitidos, abucheos, insultos y gritos de “fuera” y “dimisión”, tanto al principio como al final del acto, a pesar de que intentó sincronizar al máximo su llegada y despedida con la de los reyes. Como viene siendo tradicional, los monarcas fueron recibidos con vítores y aplausos por los cientos de personas que desde primera hora de la mañana se encontraban apostados en los laterales del Paseo de la Castellana.

El acto congregó prácticamente a todos los ministros del Gobierno, incluidos los de Unidas Podemos, entre ellos la titular de Igualdad, Irene Montero, que llevaba una mascarilla con la bandera trans. Charlando de forma distendida esperaron la llegada de los reyes la ministra de Defensa, Margarita Robles; el alcalde y la presidenta de la Comunidad de Madrid, José Luis Martínez-Almeida e Isabel Díaz Ayuso, respectivamente; junto al almirante Teodoro López Calderón, jefe del Estado Mayor de la Defensa. En la tribuna de autoridades estuvieron también todos los presidentes autonómicos, salvo el catalán, Pere Aragonés, y el vasco, Íñigo Urkullu. 

A estas ausencias, ya tradicionales, se unieron este año el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, que lo justificó en la preparación del debate autonómico de hoy, y el de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, de viaje en Bruselas.

La cúpula de Defensa, políticos de todos los partidos, entre ellos, el líder del PP, Pablo Casado; y el Vox, Santiago Abascal, y representantes de las altas instituciones del Estado se encontraban desde primera hora en la tribuna.

El sol y una temperatura casi veraniega acompañaron la celebración de este día, en el que bajo el lema “Servicio y compromiso”, se quiso recordar el trabajo de las Fuerzas Armadas durante la pandemia, en catástrofes naturales como Filomena, en la erupción del volcán de La Palma o en la evacuación de ciudadanos afganos tras la caída de Kabul.

La situación sanitaria, con una menor incidencia de la covid, ha permitido volver a ver desfilar por las calles de Madrid a miembros de los tres ejércitos, Guardia Civil, Policía Nacional, Protección Civil o bomberos, todos ellos con mascarilla quirúrgica. Un total de 2.656 militares, 68 aeronaves entre aviones y helicópteros y 115 vehículos participaron en este desfile frente a los más de 4.000 de 2019, último año que se celebró tras el paréntesis de 2020, en el que se optó por una pequeña parada militar con poco más de medio millar de efectivos en la plaza de la Armería del Palacio Real.

Este año no hubo ningún susto y el paracaidista con la bandera de España tomó tierra justo delante de los reyes en la tribuna de honor. En 2019 se quedó colgado de una farola. No faltó la cabra de la Legión, que en realidad es un carnero, de nombre Puzzle. También desfilaron varios perros, como un San Bernardo, mascota de la compañía de Cazadores de Montaña, o los que acompañaban a la Unidad Militar de Emergencias (UME), llamados Pogo, Pampero y Aker.

Los aviones de la Patrulla Águila abrieron el desfile aéreo y cerraron  la parada pintando con humo los cielos de los colores de la bandera de España.

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