El movimiento de Indignados se organiza para seguir funcionando tras la cita con las urnas

Los acampados de Sol señalan que aún 'acaban de empezar'

La Plaza de Cataluña en Barcelona, ayer, completamente abarrotada. (Foto: T. Garriga)
Los acampados en la Puerta del Sol se definieron ayer como una Ciudad-Estado, autogestionada por una Asamblea con capacidad vinculante y vocación de permanencia, dispuesta a pervivir más allá del 22 de mayo, y advierten de que no son 'una nube de verano' sino algo 'sólido y serio, que acaba de empezar'.
Así lo manifestó Juan López, uno de los portavoces de la acampada, quien subrayó que los concentrados en esta mini-ciudad se enmarcan en un movimiento ciudadano, apartidista, heterogéneo, con todo tipo de ideologías políticas y edades que no se rige por 'leyes' sino por normas de convivencia, previamente votadas y consensuadas en la Asamblea.

López explicó que todos los comunicados que emite la Asamblea salen en la página web 'Tomalaplaza.net', tienen presencia en Twitter y en Facebook aparecen como 'spanish revolution'.

Aunque la autodenominada Ciudad-Estado contaba, a principios de semana, con sólo cuatro comisiones (comunicación, infraestructuras, alimentación y acción), ahora contabiliza al menos nueve, además de multitud de subcomisiones que, en conjunto, superan la veintena. López ha informado de que las comisiones y subcomisiones son las encargadas de coordinar y organizar el día a día.


TRABAJO EN COMISIONES

Así, por ejemplo, la Comisión de Respeto es la que media entre la Policía y los concentrados, y tiene la misión de crear un cordón humano para proteger, en caso de carga policial, a todo aquel que se encuentre dentro del territorio-acampada. También rige una norma en la Comisión de Respeto y es que si la Policía pide el DNI hay que mostrarlo, pero no entregarlo y además insta a los concentrados a no firmar ningún documento oficial.

Otra comisión emblemática en la acampada es la de infraestructura equivalente a una comisión de urbanismo, y encargada de distribuir el espacio, abrir los 'caminos' entre tiendas, hacer la limpieza y 'mantener bajo mínimos el alcohol'. De hecho, tanto en las bocas de Metro como de Cercanías hay unas pancartas en las que se afirma que 'Esto no es un botellón'.

En el resto de España se mantienen las movilizaciones. Los miles de acampados en la Plaza de Cataluña de Barcelona, vivieron una intensa noche, con una asamblea hasta las tres de la madrugada, en un ambiente de respeto y sin altercados, aunque con algún momento aislado de tensión. Se habló sobre cuestiones como el aumento del salario mínimo, la expropiación de los pisos vacíos o la posibilidad de cancelar las hipotecas con la devolución de los pisos.

En Sevilla, unas 600 personas, según los portavoces de los concentrados, pasaron noche en la Plaza de la Encarnación. El colectivo está más organizado y se han constituido comisiones por colores y subcomisiones, con una definición menos ambigua de la línea a seguir en 'esta revolución de germen español', según los 'indignados'.

En Valencia, unas 200 personas durmieron al raso. Los acampados realizaron una cadena humana en torno al ayuntamiento.

También cientos de personas pasaron la noche en la Plaza del Pilar de Zaragoza, tras una sonora cacerolada con miles de personas al inicio de la madrugada. Carpas de enfermería, servicios, comunicación, asesoría jurídica e, incluso, una emisora de campaña son algunas de las infraestructuras del campamento.

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