REPORTAJE

El gran orgullo de haber acompañado 
al expresidente

Entre los miles de personas que pasaron por el velatorio del que fue uno de los impulsores de la democracia española destacan los testimonios de los que trabajaron con él en aquella época.

Además del dolor por la pérdida, en la capilla ardiente de Adolfo Suárez instalada en el Congreso se respira ayer el orgullo por el legado que deja, ese espíritu de consenso al que todos rinden reconocimiento, especialmente quienes recorrieron junto a él ese camino hacia la democracia.

Un camino en el que siempre tuvo a su lado al ex ministro y ex presidente del Congreso Landelino Lavilla que ayer fue a la Cámara Baja a despedirse de un hombre con quien no rompió su relación ni siquiera durante el proceso de la enfermedad que le robó la memoria y al que recuerda como un presidente "más cabal de lo que nadie pueda pensar". Apenado, pero orgulloso de haber participado con Suárez en ese periodo, Lavilla confesó un "desgarramiento" similar al que tuvo cuando Adolfo Suárez Illana le contó las consecuencias y el deterioro que supondría para su padre la enfermedad neurológica que padecía.

Pero "las figuras históricas no desaparecen nunca", son "permanentes", y eso es lo que quiso trasmitir ayer uno de los padres de la Constitución, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón tras dar el pésame a su familia. "Ay de los pueblos que no reconocen" a sus figuras históricas, advirtió Herrero que destaca de Suárez su capacidad de fraguar un gran consenso nacional para esa "tarea histórica" que fue abrir las puertas de España a la democracia.

Ayer para Suárez se abrió la Puerta de los Leones, y por ella pasó también otro de los padres de la Constitución, José Pedro Pérez-Llorca, quien sólo lamenta que este reconocimiento no haya llegado antes. "Generoso, valiente, inteligente y decidido". Así era Suárez, según Pérez Llorca, que recuerda ese trabajo "nocturno" del expresidente ocupado en una "misión clarísima", que no abandonó en ningún momento: la transformación de un país que salía de una dictadura y entraba en la democracia.

La emoción que a todos embargaba ayer al hablar de Suárez se vio también en el rostro de quien fuera uno de sus ministros, Federico Mayor Zaragoza, para quien el mejor homenaje es imitar al expresidente que apostó por el pluralismo político, la legalización del PCE y la Constitución con ese Título VIII de la Constitución, que fue su "sinfonía inacabada".

No fueron muchas las políticas que acompañaron a Suárez en esa trayectoria -una decena de diputadas y unas cinco senadoras-, pero entre ellas estaba la actual defensora del pueblo, Soledad Becerril, que recuerda como todas le acosaban y asaltaban para lograr acabar con las discriminaciones que se mantenían en la legislación. Y lo lograron, porque como ayer recordaba Becerril, Suárez, que siempre las escuchaba "pacientemente", fue una persona "muy sensible hacia la condición de la mujer".

El reconocimiento se reflejaba también en las palabras del exsecretario de CCOO Antonio Gutiérrez, quien profundizó su relación con él cuando ya ninguno de los dos tenía un cargo. "La muerte jamás podrá borrar la vida de Adolfo Suárez", dijo y así se está viendo en su capilla ardiente en la que ayer se respiró un sentimiento de profunda gratitud hacia el hombre que para seguir trabajando tenía suficiente con una tortilla francesa y un café con leche.

Te puede interesar