La Guardia Urbana cifra el número de asistentes en un millón, mientras que los organizadores lo elevan a millón y medio

Masiva manifestación en Barcelona en defensa del Estatut y contra el TC

Avanzando a menos de un metro por minuto, bajo un sol implacable, un calor sofocante y entre continuos gritos de 'Independencia', la manifestación del Estatut colapsó de tal manera el centro de Barcelona que más bien debería hablarse de concentración: nadie ha podido recorrer más de cinco manzanas. Después de días y días polemizando sobre quién y cómo deberían encabezar la manifestación, los líderes políticos catalanes han visto cómo la multitud les engullía y les 'birlaba' la delantera.
A las seis en punto llegaban el presidente catalán, José Montilla, junto a sus antecesores en el cargo Jordi Pujol y Pasqual Maragall, el presidente del Parlamento catalán, Ernest Benach, y sus predecesores Joan Rigol y Heribert Barrera, la larga marea humana ya empezaba a desembocar en el punto de llegada, la Plaza Tetuán.

Montilla y el resto de autoridades se situaron detrás de una gran 'Senyera', pero han permanecido media hora de pie sin poder dar un paso, hasta que por megafonía se pidió a la gente que se agolpaba en el Paseo de Gracia que despejase el centro de la avenida para dejar paso al resto. '¡Políticos fuera, el pueblo es la cabecera!', gritaban algunos, que se resistían a ceder la delantera de la manifestación, aunque al final han aflojado y la cosa parecía que empezaba a arrancar: a las siete de la tarde ya se había avanzado una travesía.

El aplastante calor -más de 30 grados al sol- ha obligado a los políticos a relajar las formalidades: Montilla ha sido el primero en quitarse la americana y desfilar en mangas de camisa y Maragall le ha imitado. En cambio, Pujol, Benach y Rigol han aguantado estoicamente con la americana las dos horas de la marcha.


Calles inundadas

Mientras el personal de protocolo iba informando a presidentes y ex presidentes de que las calles estaban inundadas de gente y que iba a ser misión imposible llegar hasta el final, Maragall no paraba de fotografiar con su teléfono móvil la colorida multitud.

Lentamente la cabecera iba descendiendo por el Paseo de Gracia, topándose con silbidos de los manifestantes que enseguida se convertían en gritos de '¡Independencia!', el lema más coreado de la marcha, a diferencia del mítico 'Libertad, Amnistía, Estatuto de Autonomía' que hizo historia en la manifestación de 1977.

Pancartas como 'Por decencia, independencia', 'No queremos sentencia, queremos independencia' o 'Españoles, guardaos el Estatuto en Salamanca', junto a incontables 'senyeras' y 'estelades', bandera independentista, impregnaban la marcha de un tono soberanista.

Unos coreaban el lema de Òmnium Cultural, entidad organizadora, 'Somos una nación. Nosotros decidimos', más allá se cantaba el himno de Cataluña 'Els Segadors', algunos gritaban 'Queremos un presidente independiente' y otro exhibía un cartel casero que decía 'Ya sólo falta que vuelvan los grises'.

Tampoco han faltado referencias al Mundial de Sudáfrica: en una pancarta socarrona se leía 'El pulpo Paul ya ha decidido. Ahora nos toca a nosotros'; otro ciudadano manifestaba su predilección por la selección neerlandesa en la final de mañana y al ver el peto naranja que lucía uno del cordón de seguridad que protegía a los políticos le ha ovacionado al grito de: '¡Holanda! ¡Holanda!'.

Al llegar a la confluencia de Paseo de Gracia con Gran Vía, y al ver que era imposible continuar, los organizadores decidieron no arriesgar y han disuelto la marcha.

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