Miles de merinas inician un largo camino hacia los pastos del norte

Theo es un joven alemán de Hamburgo, tiene 19 años y ha finalizado el equivalente a nuestro segundo de Bachillerato. Desde hace dos semanas es uno de los pastores que está guiando un rebaño de 1.400 ovejas hasta los puertos del norte de España. Le acompañan Peter, canadiense, Sylvie, otra joven alemana, que está descubriendo qué es la trashumancia, pero también su dureza. Se levantan a las 7 de la mañana y caminan hasta el atardecer a merced de los caprichos de la lluvia o bajo un sol implacable. Hacen etapas de unos veinte kilómetros diarios y duermen en tiendas de campaña en el lugar al que hayan llegado y que lo marca la caída del sol en el horizonte. Un rebaño de 1.400 merinas avanza desde mediados de mayo por la cañada real leonesa con destino a los picos de Europa Los cultivos entorpecen el avance de las merinas y ocultan el trazado de la cañada real. Todos ellos guían el rebaño de Francisco Morgade, un pastor natural de Cáceres que se ha dedicado toda su vida a esto, y Ernestine Lüdeke, una mujer alemana que llegó a España para trabajar en el pabellón de su país en la Expo de Sevilla de 1992 y que se quedó definitivamente a vivir en Andalucía. Lüdeke se afincó en Huelva donde adquirió una finca de 700 hectáreas con alcornoques para extraer corcho, pero en la que también cría ovejas merinas, vacas y cerdos ibéricos. Ambos ganaderos se han embarcado en este proyecto para llevar 1.400 ovejas en busca de pastos más frescos en los Picos de Europa. Tienen por delante 600 kilómetros de recorrido y una meta, llegar a la pequeña localidad leonesa de Salamón el 15 de junio. Cañadas reales Francisco está preocupado porque llevan varios días de retraso. Están utilizando las cañadas reales, pero resulta complicado seguirlas por tantos años de abandono, a veces perdidas entre la maleza, otras invadidas por construcciones ilegales o por los sembrados de los agricultores, pero sobre todo olvidadas en el tiempo porque la trashumancia despareció casi por completo del país. El impulso económico en el sector agroganadero también llegó a los criadores de ovejas, que cambiaron un viaje que duraba varias semanas por el transporte en camiones que permitía completarlo en una sola jornada. Con ello se fue perdiendo la estampa de los pastores cruzando los pueblos y campos españoles. Morgade ha querido recuperar esta tradición después de 25 años desde la última vez que realizó la trashumancia. Entonces se quedaba en Ávila, pero ahora quiere completar el recorrido de la Cañada Real Leonesa, la más larga de todas. Para realizar esta aventura, tanto él como otros ganaderos, han encontrado en la Unión Europea respaldo a la trashumancia que está incentivando la recuperación de este viaje de forma tradicional. Es el proyecto OVINNOVA financiado por el Ministerio de Agricultura a través del Programa de Desarrollo Rural 2014-2020 y por el Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER) de la UE. Su principal objetivo es definir las bases para la mejora de la competitividad del pastoreo trashumante. La parte más visible del proyecto es la que dejan estos grandes rebaños cruzando la península de sur a norte, pero hay otros objetivos como la conservación del patrimonio cultural con actividades como la propia transhumancia, la conservación de zonas de alto valor ecológico, la preservación de razas autóctonas, así como la contribución a fijar población en zonas aisladas o remotas y favorecer la creación y mantenimiento del empleo. Pastores de tres nacionalidades guían el rebaño con la meta en León Uno de los principales problemas de este sector es la falta de pastores. Nadie quiere dedicarse a un trabajo duro y solitario, con unas jornadas de trabajo que se cuentan por días y no por horas, y donde el pastor puede pasarse varias semanas sin hablar con nadie. Acompañan a Francisco e cuatro jóvenes de tres nacionalidades diferentes. Theo, Lynus y Sylvie son alemanes, Peter es canadiense y Pablo es español. Estos jóvenes han llegado a España a través de la Fundación Monte Mediterráneo. La Fundación fue creada por Ernestine Lüdeke y permite a jóvenes de todo el mundo conocer la cultura española y el idioma mientras desarrollan actividades en la naturaleza. En muchos países europeos los jóvenes hacen un parón en sus estudios para realizar lo que llaman “transition year” un año de transición que les tiene que servir para definir lo que quieren estudiar en el futuro, pero que también aprovechan para viajar y conocer otros países y otros idiomas. Obstáculos También hay alumnos españoles como Pablo, que ha realizado prácticas en la Fundación desde enero. Su caso es una carrera de obstáculos porque su familia siempre intentó que orientara su vocación por destinos más convencionales. Alumno de colegio privado madrileño, sus padres le pidieron que finalizara Bachillerato y Selectividad, luego que completara sus estudios con un ciclo de Forestales “para tener más oportunidades laborales”, también idiomas con 5º curso de Inglés en la escuela oficial “porque siempre te abrirán puertas” y finalmente un título adicional de guarda forestal y guarda de caza “porque hay mucha competencia en el mercado laboral”. Todo ello para poder ser el dueño de su destino. “Al final mis padres entendieron que no me planteo trabajar en una oficina, que lo mío es vivir en el campo”, concluye el joven madrileño.