CRÓNICA

Reinosa no olvida treinta años después los sucesos de 1987

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photo_camera Treinta años después de los enfrentamientos entre trabajadores y la Guardia Civil que se saldaron con un muerto y decenas de heridos

Los enfrentamientos con la Guardia Civil causaron un muerto y decenas de heridos

Treinta años después de los enfrentamientos con la Guardia Civil, con un muerto y decenas de heridos, Reinosa no olvida los sucesos que mantuvieron en vilo a la cúpula del Gobierno y acapararon portadas, con una imagen que pervive: la de los guardias agazapados en un callejón.

Efe ha hablado con personas relacionadas con esos sucesos que recuerdan cómo vivieron estos enfrentamientos por el mantenimiento del empleo en la comarca, aunque la Guardia Civil ha preferido no hacer manifestaciones al respecto.

No en vano este Cuerpo acusó el papel que jugó en Reinosa, aunque tres décadas después esa percepción está superada. De hecho, en 2014 el ayuntamiento de la localidad le concedió su Medalla de Oro.

Fernando Fuente, de CCOO, era el presidente del comité de empresa de Forjas y Aceros, la actual Sidenor, que el 11 de marzo de 1987 fue foco de inicio del conflicto, en medio de la negociación que enfrentaba trabajadores y empresa.

Todo se desató con la retención durante una noche, en un búnker de pruebas de la factoría, del entonces presidente, Enrique Antolín, que al día siguiente tenía que jurar el cargo de consejero de Gobierno vasco.

Fuente y su compañero sindical, Juan Jiménez, no albergan dudas de que sin la movilización ciudadana en el conflicto de Reinosa la fábrica, fundamental en la economía de la comarca, se habría cerrado.

Los dos sindicalistas atribuyen la retención de Antolín a los ánimos que entonces imperaban en Forjas, por la pérdida acumulada de puestos de trabajo en años precedentes y por el "engaño" que achacan al presidente de la empresa, que, según explican, había negado más recortes de empleo cuando ya había sobre la mesa un Expediente de Regulación para 463 trabajadores.

Todo esto provocó la noche más larga en Forjas y la "batalla campal" en Reinosa, un pueblo unido para luchar por su fábrica y su futuro, y que acusó una baja mortal: la de Gonzalo Ruiz, un trabajador que murió por inhalar humo de unos botes que lanzó la Guardia Civil al garaje en el que se refugió con dos compañeros el día de Jueves Santo.

Tomás Gutiérrez, hoy concejal y entonces trabajador en Forjas, ve "un antes y un después" en la imagen de la Guardia Civil tras Jueves Santo, por la violencia que hubo, porque "se dieron palos" y por los destrozos. Ese día los guardias llegaron a "arrasar" la funeraria de Reinosa y se tuvo que parar un partido del Naval, el equipo de fútbol local.

Ángel Colina recibió el premio Ortega y Gasset con la fotografía de los guardias civiles en el callejón, el día de la liberación de Antolín. Según ha explicado a Efe, lo que reflejaba esa instantánea no se había visto antes en España. "Era ver a un estamento sagrado acorralado, desarmado, con los tricornios tirados por el suelo...", dice.

Colina colaboraba con Diario 16 y se acercó a Reinosa con un redactor del rotativo, Juan Carlos Escudier. Recuerda que volvieron a Madrid en su coche, con el parabrisas roto, y que cuando llegaron al periódico "Pedro J. estaba en la puerta esperando las fotos".

La de los guardias agachados fue portada. "Esos guardias se portaron muy bien, fueron unos valientes. Podía haber pasado cualquier cosa si a alguno se le hubiera cruzado el cable", afirma.

En la madrugada del 12 de marzo, cuando Antolín estaba encerrado, Colina y Escudier entraron en la fábrica, aunque los trabajadores llegaron a decirles que si eran guardias haciéndose pasar por periodistas. Después, a las pocas horas, los antidisturbios entraron a liberarlo.

Colina cuenta que los agentes preguntaron "¿quién es Antolín?" y se lo llevaron en un abrir y cerrar de ojos. Según sus palabras, a partir de ese día la Guardia Civil "entró fuerte" y hubo "represión", que es también como lo recuerda Pablo Hojas, otro reportero gráfico que rememora la violencia del enfrentamiento, que define como "guerra callejera".

De hecho, esa idea la comparten muchos reinosanos, que ven en lo sucedido, especialmente en Jueves Santo, como "la venganza por la humillación" de los guardias el 12 de marzo, cuando se liberó a Antolín y tuvieron que replegarse.

Como prueba elocuente, la imagen de una tanqueta con la leyenda "Ramiro, te vengaremos" que el Jueves Santo recorrió Reinosa. Ramiro fue uno de los guardias que acabó hospitalizado tras el rescate del presidente de Forjas.

"Esa espina la tenían clavada", subraya Juan Jiménez. Carlos Blázquez, miembro del comité por UGT y edil del Ayuntamiento con el PSOE durante 28 años, piensa que la respuesta de la Guardia Civil fue una especie de "acción-reacción".

Su versión es distinta. "Metimos la pata", recalca, antes de considerar que Antolín "pagó el pato" porque en realidad "fue el único que mantuvo la fábrica abierta" mientras otros responsables la querían cerrar.

Blázquez habla de los problemas de quienes daban la cara por el PSOE, el partido entonces en el Gobierno, en la localidad. Recuerda que en un mitin con José Luis Corcuera, que fue después ministro de Interior, se montó "follón" y al alcalde, Daniel Mediavilla, ya fallecido, le abrieron el labio con una piedra que tiraron. "La guardó hasta que se murió", apunta.

Hoy el paso del tiempo ha atenuado las heridas, hasta el punto, según dice Blázquez sonriendo, de que "alguno que zarandeaba autobuses de guardias en el conflicto tiene hoy hijos en el Cuerpo y trae excursiones de ellos a Reinosa".

También le tocó parte del conflicto al magistrado Ignacio Pando, que tuvo en Reinosa su primer destino y recuerda la "enorme enemistad" con la Guardia Civil. "Los guardias estaban retraídos y apenas salían del cuartel", señala.

El fiscal José Ignacio Tejido también recuerda la tensión en el juicio posterior, pero subraya que "los silbidos del principio se convirtieron en un ejercicio de civismo".

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