Sánchez se abraza al escaño

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez
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La guerra no ha hecho más que empezar. El PSC amenaza: si el PSOE decide abstenerse para facilitar la investidura de Mariano Rajoy, romperán la disciplina de partido y votarán "no" a cualquier gobierno del PP.

Con cierta ingenuidad, algunos observadores daban por amortizado a Pedro Sánchez la semana pasada, después de su dimisión. Tal vez lo agónico de su final, o su discurso con sabor a derrota y despedida, puede trasladar confusión sobre sus intenciones, pero el exsecretario del PSOE tan solo está ejecutando el enésimo "plan b" de su liderazgo. Ayer anunció que mantendrá su escaño -“tengo un compromiso con los militantes”-, y aprovechó para hacer bandera de ello: "Sois la voz de este partido, debemos permanecer unidos". Y, para empezar, deberá abandonar "su escaño", al menos literalmente, porque esa primera fila está reservada para el líder del partido; los socialistas tendrán que reubicar en el Congreso de los Diputados a su ya exlíder.

La sartén está ahora en manos de la gestora. Sánchez sigue teniendo la misma prisa que hace una semana por la celebración de las primarias, mientras que el sector crítico desea "dilatarlas todo lo posible". 

En los últimos días se ha simplificado en exceso la "guerra civil" del PSOE: no solo nos encotramos ante dos bandos, los "susanistas" y los "sanchistas". Entre los que deseaban ver fuera de Ferraz a Pedro Sánchez también hay dos corrientes enfrentadas: la de los que urgen a la abstención para que gobierne Mariano Rajoy, y la de los que ya han adelantado que en todo caso votarán "no" a un gobierno del PP. 

PRESIONES EXTERNAS

Por si fuera poco el resto de los agentes externos se apresuraron ayer a entrar en la negociación. El PP advirtiendo al PSOE que no desea una abstención de investidura para gobernar un día, sino "un pacto que permita un gobierno ejecutivo con vistas a los próximos cuatro años", explican desde Génova. Y Podemos amenazó con dejar caer los gobiernos autonómicos que mantiene con el PSOE si los socialistas optan por una abstención que permita un gobierno del PP. 

El plazo para formar gobierno sin que el país quede abocado a unas terceras elecciones finaliza el próximo 31 de octubre. Solo una investidura urgente de Mariano Rajoy en la segunda mitad del mes podría salvar a España de otra cita con las urnas en diciembre. Antes, el presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, debe convocar un comité federal extraordinario -que sería el primero sin Pedro Sánchez en el vértice del triángulo-; algo que no se espera al menos antes del 15 de octubre.

EL GRAN DILEMA

Con todo, el mayor debate pendiente dentro de Ferraz no es un asunto de calendario, como tampoco lo era en el comité federal del sábado un asunto de procedimiento en la votación, sino que al fondo asoma el lastre que arrastran los socialistas desde que el fenómeno de Podemos se convirtió en un músculo electoral para la izquierda española: si el PSOE debe facilitar la gobernabilidad de España, permitiendo a Rajoy, como ganador de las elecciones, mandar en minoría -lo que llevaría implícito una ruptura irreconciliable con los de Pablo Iglesias-. O bien, si los socialistas deben abrirse al diálogo con Podemos y los partidos independentistas, en busca de una alternativa de gobierno, como mantiene el propio Sánchez en la parte soterrada de su particular hoja de ruta hacia La Moncloa.

PRESIONES INTERNAS

Y sin embargo, aún en el caso de que el PSOE, ahora sin Sánchez a la cabeza, decidiese abstenerse para permitir la investidura de Rajoy, los socialistas trasladarían su división interna al Congreso. "Lo que se vivió este fin de semana en Ferraz a puerta cerrada podría producirse en el Congreso a la luz de toda España y eso sería devastador para el partido", explican fuentes del PSOE en Madrid, tras las primeras voces que llaman a romper la disciplina de voto en una hipotética tentativa de investidura del presidente del PP.

La viceprimera secretaria del PSC, Núria Parlon, a quien Miquel Iceta quiere dar las llaves del partido en Cataluña, ya advirtió de que, si se diera esta circunstancia, los socialistas catalanes romperían la disciplina, votando en contra de Rajoy. En la misma línea se pronunciaron ayer los socialistas de Baleares.

LLAMADAS A LA PRUDENCIA

Tal vez para calmar las aguas, el número dos de Susana Díaz, Juan Cornejo, dio ayer mismo un ostensible paso atrás para recordar que el “no” de su partido a que Mariano Rajoy forme gobierno “sigue vigente”. Los “susanistas” se esfuerzan ahora en explicar que lo que se votó en el congreso no fue esa posible abstención, sino exclusivamente la aprobación o rechazo a "la hoja de ruta" prevista por Pedro Sánchez para el PSOE.

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