Los agresores recurren a drogas conocidas

Los investigadores del Servicio de Toxicología Forense de la USC aún no han radiografiado la realidad española, pero tienen referencias de otros países y casi todos los estudios sobre sumisión química coinciden en que los agresores utilizan sustancias conocidas en ambientes de marcha nocturna juvenil: alcohol, cannabinoides, benzodiacepinas, anfetaminas y GHB.
No son difíciles de conseguir porque algunas se utilizan para tratamiento farmacológico, explica Chus Díaz. Suelen ser sustancias inodoras e insípidas, que pasan desapercibidas para la víctima, que en muchos casos ya se había tomado alguna copa y no nota la diferencia.

Barbitúricos, antihistamínicos, éxtasis o sedantes. Todo vale y cualquier precaución es poca; hay que recurrir a los consejos de las abuelas: que el camarero te sirva la copa a la vista, lleva la copa siempre contigo y no la dejes en la barra mientras vas al baño. El equipo coordinado por el catedrático Manuel López-Rivadulla le pone nombres y apellidos al peligro: Stilnox, Zolpidem o Rophynol. El Zolpidem puede provocar un cuadro de amnesia anterógrada que le impide a la víctima recordar lo ocurrido en las horas anteriores. Desde algunos centros de investigación europeos también se ha informado del uso otras drogas de diseño en casos de violación por acompañantes, como el GHB (ácido gammahidroxibutírico), que no tienen olor ni sabor y, por lo tanto, puede ser añadido a cualquier bebida sin que la víctima lo detecte.

En Estados Unidos le han introducido un colorante al Rophynol con el objetivo de evitar que el agresor pueda echarlo en la copa de la víctima sin que ésta se entere, explica Chus Díaz Anca, psicóloga clínica del Centro de Orientación Familiar de A Coruña.


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