El gas carbónico es el único ingrediente que puede encontrarse unido al agua de manera natural y, como consecuencia, es el único compuesto que permite añadir la estricta legislación que rige las aguas minerales.
Se genera a una profundidad de entres tres y treinta kilómetros y, si durante su ascenso se a la superficie se topa con un acuífero, se produce la saturación del agua en este gas. La normativa comunitaria permite envasar agua mineral con su gas carbónico natural, en caso de que exista, o añadir de forma artificial gas carbónico de categoría alimentaria. Estas aguas carbónicas, además de aportar acidez al sabor y estimular las papilas gustativas, favorecen la digestión. El consumidor común se ha limitado durante décadas a diferenciar entre agua con gas o sin él, pero en España existen más de un centenar de variedades envasadas, cada una con su particular composición química, que le otorga personalidad propia.
CARTA DE AGUAS
'¿Con gas o sin gas? ¿Fría o del tiempo?'. Si el camarero de un prestigioso restaurante responde al cliente con estas preguntas cuando le pide un agua, éste debe desconfiar. El elemento gaseoso ha dejado de ser determinante. Los locales de prestigio ya han incorporado una carta de aguas, indicando la procedencia geográfica y el tipo de acuífero que determina su composición química: graníticas, cálcicas, magnésicas, volcánicas o termales de acuíferos profundos.
Las foráneas fueron las primeras en colarse en las cartas de bares y restaurantes. Escocesas, galesas, noruegas, francesas e italianas llegaron primero y conquistaron un terreno que ahora también ocupan las aguas del país. El ejemplo más claro lo encontramos en el Retiro da Costiña, 'el restaurante de Galicia con la carta de aguas más extensa, más de 40, todas extranjeras', según presume Suso, el propietario de este local de Santa Comba (A Coruña).
Las aguas gallegas, empujadas por campañas de marketing y estrategias empresariales, han conseguido hacerse un hueco. Lo galaico se reivindica. 'El agua es sabia y sabe donde nacer', recordaba esta semana el doctor Luis Rodríguez Míguez en la conferencia inaugural de la Cátedra de Hidrología Médica de Santiago. 'Galicia, además de una potencia termal, es una de la regiones que goza de mayor riqueza con 314 manantiales, 21 balnearios y una decena de plantas envasadoras'.
El potencial hídrico de la comunidad, pese a carecer de grandes acuíferos subterráneos, se debe fundamentalmente al régimen de lluvias y a las características del terreno; a la telaraña de ríos, riachuelos y manantiales permanentes que se extiende por el mapa de la esquina noroeste peninsular hay que añadir sus fuentes de aguas minerales.
'El agua mineral natural es una producto alimentario singular de origen balneario, fuente de saludo y de gran impacto económico en Galicia', explica Irene Zafra, secretaria general de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas (ANEABE) y ponente en la conferencia inicial de la Cátedra de Hidrología Médica. 'El agua envasada goza de buena imagen, pero muchos no conocen las características que la diferencia del agua del grifo'.
DESDE LOS ROMANOS
Ante alumnos de la facultad de Medicina de Santiago, Irene Zafra recurre a Hipócrates para reivindicar los beneficios del líquido universal. 'Los romanos fueron los grandes impulsores de la cultura del agua mineral, que encontraría en Europa el mejor escenario para su desarrollo. Los visitantes de los balnearios crearon una necesidad cuando, a la hora de volver a sus casas, pedían a los propietarios botellas y recipientes para poder seguir consumiendo en sus casas. Ahí está el germen de la industria del agua minero medicinal, que hasta hace medio siglo se vendía en farmacias y ahora ya se encuentra en tiendas o restaurantes'.
CARTA DE AGUAS
'¿Con gas o sin gas? ¿Fría o del tiempo?'. Si el camarero de un prestigioso restaurante responde al cliente con estas preguntas cuando le pide un agua, éste debe desconfiar. El elemento gaseoso ha dejado de ser determinante. Los locales de prestigio ya han incorporado una carta de aguas, indicando la procedencia geográfica y el tipo de acuífero que determina su composición química: graníticas, cálcicas, magnésicas, volcánicas o termales de acuíferos profundos.
Las foráneas fueron las primeras en colarse en las cartas de bares y restaurantes. Escocesas, galesas, noruegas, francesas e italianas llegaron primero y conquistaron un terreno que ahora también ocupan las aguas del país. El ejemplo más claro lo encontramos en el Retiro da Costiña, 'el restaurante de Galicia con la carta de aguas más extensa, más de 40, todas extranjeras', según presume Suso, el propietario de este local de Santa Comba (A Coruña).
Las aguas gallegas, empujadas por campañas de marketing y estrategias empresariales, han conseguido hacerse un hueco. Lo galaico se reivindica. 'El agua es sabia y sabe donde nacer', recordaba esta semana el doctor Luis Rodríguez Míguez en la conferencia inaugural de la Cátedra de Hidrología Médica de Santiago. 'Galicia, además de una potencia termal, es una de la regiones que goza de mayor riqueza con 314 manantiales, 21 balnearios y una decena de plantas envasadoras'.
El potencial hídrico de la comunidad, pese a carecer de grandes acuíferos subterráneos, se debe fundamentalmente al régimen de lluvias y a las características del terreno; a la telaraña de ríos, riachuelos y manantiales permanentes que se extiende por el mapa de la esquina noroeste peninsular hay que añadir sus fuentes de aguas minerales.
'El agua mineral natural es una producto alimentario singular de origen balneario, fuente de saludo y de gran impacto económico en Galicia', explica Irene Zafra, secretaria general de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas (ANEABE) y ponente en la conferencia inicial de la Cátedra de Hidrología Médica. 'El agua envasada goza de buena imagen, pero muchos no conocen las características que la diferencia del agua del grifo'.
DESDE LOS ROMANOS
Ante alumnos de la facultad de Medicina de Santiago, Irene Zafra recurre a Hipócrates para reivindicar los beneficios del líquido universal. 'Los romanos fueron los grandes impulsores de la cultura del agua mineral, que encontraría en Europa el mejor escenario para su desarrollo. Los visitantes de los balnearios crearon una necesidad cuando, a la hora de volver a sus casas, pedían a los propietarios botellas y recipientes para poder seguir consumiendo en sus casas. Ahí está el germen de la industria del agua minero medicinal, que hasta hace medio siglo se vendía en farmacias y ahora ya se encuentra en tiendas o restaurantes'.
