No es la primera vez que los servicios meteorológicos se convierten en blanco de ciudadanos y políticos. Un temporal peor de lo esperado o una nevada más copiosa de lo habitual provocan la crítica.

Alertas meteorológicas: algo falla

Enero no parece un buen mes para quienes realizan predicciones meteorológicas.
En 2009, el día 23, 190.00 alumnos de infantil, primaria y secundaria de las provincias de A Coruña y Lugo se quedaron sin clase porque así lo decidió la consellería de Educación a las 20:30 horas del día anterior. Protección Civil había avisado de un episodio meteorológico adverso, por vientos que podrían alcanzar los 140 kilómetros por hora y precipitaciones de hasta 50 litros por metro cuadrado en 12 horas. Atendiendo a las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), los responsables de la consellería de Educación tomaban una decisión que sorprendía a muchos padres en la misma puerta de los colegios o al llevar a sus hijos al autobús escolar. Tiraron de abuelos y amigos para 'intentar colocar' a los niños. 'Y, al final, no fue para tanto', repetían muchos de esos padres afectados por esa 'mezcla de improvisación y exageración en las medidas'. Y la situación, con matices, se repetiría en diciembre de ese mismo año. Educación suspende las clases atendiendo las alertas de Protección Civil, pero el tiempo desautoriza las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología.

En enero de 2010, otra vez en enero, volvían las discrepancias. En ese episodio la Agencia Estatal de Meteorología no actualizó sus sistema de avisos hasta las 23.30 horas del 13 de enero y, aunque activó la alerta amarilla por viento, no traslado aviso al gobierno gallego. MeteoGalicia, dependiente de la Xunta, sí había alertado la mañana anterior de alerta en el litoral, pero no predijo la posibilidad de vientos fuertes en tierra. Y las rachas el día 14 fueron destructivas en muchos puntos de la geografía gallega.

Y en la primera semana de este año, otra vez en enero, se repite la historia. El problema en esta ocasión no fue el viento, sino el agua. Galicia acumuló en tres días la mitad de la lluvia que cae al año en España; los episodios torrenciales provocaron 'puntualmente' la acumulación de unos 300 litros de agua por metro cuadrado. Las intensas precipitaciones afectaron sobre todo a la provincia de Pontevedra, donde en algunos puntos como Lourizán o Areeiro, se produjeron episodios de lluvias torrenciales, 16 litros por metro en diez minutos y más de 40 litros en un hora. En zonas de montaña, como A Xesteira o Fornelos de Montes, se superaron los 100 litros por metro cuadrado.

Tras las lluvias, llegaron las inundaciones. Tras las inundaciones, llovieron las críticas de la oposición por la actuación de la Xunta. La Consellería de Educación, en respuesta a esas acusaciones, aprovechó para recriminar a la Agencia Estatal de Meteorología su error de cálculo y recordar que las lluvias registrada la semana pasada fueron 'intensas' a pesar de que el episodio había sido catalogado por Aemet como alerta amarilla, 'lo que supone el nivel más bajo de alerta'. En un comunicado oficial, Presidencia recuerda que Aemet es 'la única que puede emitir de forma oficial alertas' porque 'el Gobierno central no ha transferido a Galicia el servicio meteorológico'.

Los reproches de la Xunta recibieron la respuesta del delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología en la comunidad. Francisco Infante consideró que 'en conjunto', el episodio de fuertes lluvias que la semana pasada 'fue diagnosticado y previsto por la Aemet de forma correcta'. Infante admite, sin embargo, ciertos 'errores' en el pronóstico en vista de la cantidad de agua que se recogió en algunas zonas concretas. 'En determinados momentos, sobre todo en lo que respecta al día 6 de enero, se subestimaron las precipitaciones previstas'. La estación de Pontevedra capital recogió entre los días 4 y 8 de enero 246,8 litros por metro cuadrado, 'un 20% más de los 200 litros previstos', y en otros puntos de la provincia también se superaron las precipitaciones auguradas por la Aemet. Su delegado en Galicia recuerda que la meteorología no es una ciencia exacta y entiende que 'un error del 20% o del 30%' en las previsiones de lluvia es 'admisible'.

'El aviso es un pronóstico y la previsión es un valor medio que se hace para zonas amplias, no a nivel local', apunta Francisco Infante, que insiste en la diferenciación entre la valoración del riesgo meteorológico y las medidas que las autoridades toman para mitigar los efectos. El factor determinante en este caso, según Aemet, no fue la intensidad de la lluvia sino la acumulación de agua durante varios días: 'Meteorológicamente el nivel de riesgo amarillo fue adecuado; el problema surgió sobre todo al concatenar tres días seguidos de alerta amarilla'.


COMPETENCIAS

La Xunta insiste en que Aemet 'es la única que puede emitir de forma oficial alertas' mientras no se atienda esta vieja demanda competencial del Gobierno autonómico. Galicia es, de hecho, la única comunidad española que todavía no ha asumido esta competencia a pesar de contar desde hace años con un organismo de meteorología propio. Aunque las previsiones de MeteoGalicia sean diferentes, la Aemet es la única que puede decretar una alerta y ordenar que se activen los servicios de Protección Civil y emergencias de la comunidad para prevenir una situación de riesgo. Ese protocolo se pone en marcha a partir de un nivel de alerta naranja, pero el del día de Reyes era amarillo y la Dirección Xeral de Emerxencias no había recibido ninguna advertencia.

El director de MeteoGalicia ha aprovechado que las aguas están revueltas para reivindicar de nuevo las competencias en materia de meteorología para Galicia. 'El hecho de tenerlas habría permitido establecer un canal de comunicación más adecuado con Protección Civil', apunta Vicente Pérez, tras reconocer que la a predicción de MeteoGalicia para ese día también coincidió con la de la agencia estatal.

El aviso por lluvia que dio para el día 6 fue de alerta amarilla y dos días después advirtió de precipitaciones muy intensas. La Xunta, teniendo en cuenta que en muchas localidades todavía no habían achicado el agua, movilizó un operativo de 1.500 efectivos de Protección Civil para mantener vigilados los embalses y atender cualquier incidencia. Las precipitaciones reales no se acercaron a las previstas y, aunque en puntos como Fornelos de Montes se recogieron más de 50 litros por metro cuadrado, los técnicos de MeteoGalicia acabaron reconociendo que la previsión no se había cumplido. El conselleiro de Medio Ambiente, Agustín Hernández, admitió que ese día el pronóstico no se correspondió con la realidad, pero salió en defensa del servicio meteorológico gallego para recordad que la previsión había sido certera el resto de los días.

Los hechos lo han vuelto ha demostrar en cuestión de días: no es un problema de competencias. Fallan las previsiones de Aemet, pero también las de MeteoGalicia. La meteorología se dedica al estudio de la atmósfera. Ni es una ciencia exacta, ni entiende de fronteras, ni establece diferencias entre comunidades autónomas. El origen de las lluvias torrenciales que azotaron Galicia en la semana de Reyes está en la mitad del Atlántico. Lejos de Madrid, y lejos de Santiago.

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