El director de la Unidad de Neurología cognitiva del hospital La Rosaleda aseguró que " la demencia ya no se trata
como un estigma y se rechaza menos a los enfermos"
Alfredo Robles, director de la Unidad de Neurología cognitiva del hospital La Rosaleda, publica 'El rincón de la demencia' coincidiendo con el Día Mundial del Alzheimer. La editorial Bolanda recoge los artículos y trabajos divulgativos en un libro imprescindible para entender y prevenir el desgaste cerebral.
¿Es más sensible la sociedad con la demencia o se prefiere mirar para otra parte?
La gente cada vez se va mentalizando más. La enfermedad ya no se trata como un estigma y se rechaza menos a los enfermos. Hay más sensibilización social y más solidaridad.
Se calcula que más de 50.000 gallegos padecen algún tipo de demencia, ¿hay muchos más sin diagnosticar?
Sí, aunque es difícil de cuantificar. Sabemos que hay algunas personas diagnosticadas de la enfermedad de alzheimer, pero hay que demostrar con análisis que no padecen otras causas de demencia. Hay más de cien posibles causas
de demencia y el alzheimer sólo es una de ellas.
Es autor también del manual de información y consejos para los que conviven con personas con deterioro cognitivo ligero o con alzheimer. ¿Sólo nos preocupamos cuando le toca a alguien cercano?
Se calcula que una media de tres personas por cada enfermo están directamente involucradas, así que los números de casos habría que multiplicarlos por cuatro para saber las personas directamente afectadas. Como produce una gran
dependencia, esto se ha convertido en el mundo en un problema prioritario en el ámbito sanitario, con repercusiones económicas, sociales, familiares, personales... Desborda las posibilidades de los estados para asumirlo de una manera
razonable. Por eso ha surgido un movimiento asociacionista en todo el mundo desde los años 80. Ahora mismo hay tres asociaciones en Galicia con una federación, pero trabajan más de 200 en España. También se han creado fundaciones
y movimientos para potenciar la investigación y complementar las iniciativas del Estado, que son deficientes en relación a lo que sería necesario.
Casos como el de Pasqual Maragall nos confirman que la enfermedad no hace distingos y le puede tocar a cualquiera. ¿Hay alguna manera de prevenir o de retrasar la demencia?
Sí. Durante la vida desarrollamos conexiones entre unas neuronas y otras y eso nos genera una reserva cerebral. Cuando en un momento de la vida empieza una enfermedad degenerativa en el cerebro, si tenemos más reserva cerebral tarda más años en agotarse y en comenzar los síntomas. La probabilidad de padecer demencia se reduce si se practican unos hábitos saludables. Como se ha demostrado en estudios epidemiológicos, el Parlamento europeo ya en 2011 instó a los estados miembros a que promovieran unos hábitos que son simples: actividad intelectual regularmente;
actividad física; una dieta hipocalórica, con fruta, verdura, pescado y pocas grasas saturadas; poco vino; no fumar, campañas para evitar traumatismos craneales que predisponen a la demencia... A medida que se han ido adoptando por educación social ha diluido un poco la incidencia de demencia, no la prevalencia porque como hay más viejos cada vez
hay más casos.
Recomiendan el diagnóstico precoz para prevenir el deterioro causado por la demencia. ¿Sería
necesario revisiones como las de próstata o las de mama?
Yo no estoy de acuerdo con eso por el momento. Estoy de acuerdo en que se siga investigando. Cada año hay nuevas pruebas que permiten diagnosticar la enfermedad con mayor precisión y antelación, pero eso va a ser útil cuando llegue
al mercado un medicamento que permita prevenir la enfermedad o detenerla. Mientras no tengamos ese medicamento probablemente no sea rentable gastar grandes cantidades de dinero en diagnosticar años antes una enfermedad para
la que no hay un tratamiento curativo. Se dice que algo podrá llegar al mercado en un plazo entre cinco y 25 años. La ref lexión que tenemos que hacer es que cuanto más se invierta en la investigación de las demencias menos tardaremos
en disfrutar de uno de estos fármacos.
¿En qué momento nos tenemos que preocupar?
No se tiene que preocupar, sino adoptar unos hábitos de vida adecuados. Si en un momento nota que de una manera relativamente rápida está perdiendo facultades, tenga la edad que tenga, es prudente que un experto evalúe si le está pasando algo anormal. Es normal dependiendo de la edad que uno se olvide de dónde dejó las gafas, de dónde aparcó o del nombre de una persona. Muchas causas cuando empiezan los síntomas son curables si se detectan a tiempo. A veces es un fármaco que hace daño, una depresión, un problema circulatorio... Sólo hay que preocuparse
cuando algo sale de lo normal según la edad de la persona.
Se estima que en el año 2050 el 40% de los gallegos tendrán más de 65 años y pueden dispararse los casos. ¿No será un drama?
Y en todo el mundo habrá 82 millones de enfermos en el 2040, ya que ahora son 38 millones de personas las afectadas. Pero eso ocurrirá si sigue la misma progresión demográfica y no aparece un fármaco curativo, de ahí la imperiosidad de inyectar dinero en la investigación para conseguir un fármaco que por lo menos reduzca algo la incidencia.
Deduzco que no ve sensibilidad
en las administraciones...
Sí son sensibles, pero también a tratar el cáncer, el sida... Es una cuestión de prioridades. Es importante la sensibilización para que noten la alarma que puede generar en la sociedad para que se invierta más.
La demencia se asocia a la vejez.
¿Puede el consumo de drogas sintéticas acarrear trastornos mentales?
Sí, como sucede con el consumo de alcohol o de tabaco. La reserva cerebral que le decía se desarrolla desde que nacemos hasta los 26 años aproximadamente.
