El parón en la construcción es global. La crisis castiga casi por igual a todos los eslabones de la cadena. En la cola del paro coinciden peones, fontaneros,... y también arquitectos.

Los arquitectos se suman a la cola del desempleo

Es una búsqueda cada vez más desesperada. Hay profesionales que buscan un proyectos constructivos que les permita mantener abierto su estudio y evitar un cierre al que ya se han visto abocados demasiados colegas. 'Es nadar para ahogarse antes de llegar a la orilla', lamenta Carlos, que en los últimos años ha pasado de estar en nómina a trabajar como 'falso autónomo' y aceptar algunos encargos 'en dinero negro' para poder subsistir. Él es uno de esos que, bloqueado por una sensación de agonía permanente, se resiste a abandonar una vocación y una ilusión. Otros compañeros no lo han resistido; son arquitectos que buscan proyecto, 'un proyecto vital' fuera de la profesión y lejos del sector de la construcción.
La crisis, 'que se veía venir', llegó y golpeó con dureza a una profesión que desde la distancia parecía estar a salvo del tsunami inmobiliario. La burbuja estalló cuando más abierto estaba el debate en círculos urbanísticos para definir el desarrollo futuro de las ciudades. Promotores y ciudadanos ya habían asumido que los recursos energéticos estaban en vías de agotamiento; los arquitectos se centraban en definir un modelo sostenible, en el que el consumo de energía fuese en el estrictamente necesario. Unos abogaban por ciudades verticales, construir hacia arriba, para ahorrar suelo y reducir costes de infraestructura. Otros apostaban por la altura mínima y la rehabilitación de la ciudad existente, racionalizando la trama urbana ya tejida. En la balanza estaban pros y contras. En la discusión afloraban argumentos favorables a la ciudad dispersa, pero también los partidarios de una urbe compacta y densa. Y en esto llegó el parón.

Y lo notaron los que trabajaban para particulares, pero también los que centraban su actividad en la obra pública. La crisis alteró las relaciones con los promotores, pero también con los políticos. Pocos profesionales se resistían a sucumbir a los caprichos de quien paga, y ahora menos; porque son menos los que no ponen límites al gasto. De la crisis inmobiliaria se quejan todos, y los arquitectos también. Pero los lamentos no arreglan los problemas, y las soluciones hay que buscarlas por otras vías. Se impone la imaginación, lo ecológico, lo sostenible y el sentido común.


REDEFINIR LAS BASES

No resulta fácil encontrar alternativas para luchar contra la actual crisis inmobiliaria. Los profesionales vinculados a la construcción están convencidos de que cualquier solución pasa por redefinir las bases de actuación de la arquitectura, atendiendo las nuevas demandas sociales y económicas del siglo XXI. 'Hay que plantar cara al problema y coger el toro por los cuernos', apunta Carlos, ahogado por el pesimismo. 'La teoría dice que la solución pasa por la sostenibilidad medioambiental, el ahorro energético en las viviendas y la rehabilitación. Los próximos años servirán para comprobar si es posible llevar a la práctica esa teoría que defiende la arquitectura sostenible y renuncia a los planes urbanísticos excesivos. Muchos de los que hasta ahora nos dedicamos a esto no podremos intentarlo porque estamos condenados al paro'.

La caída de los visados de viviendas no ha cesado en los último cuatro años y en Galicia el descenso en la actividad supera el 80%. 'La media de visados en la comunidad gallega desde 2000 a 2008 rondaba los treinta mil anuales; el pico se registraba en 2007, con 47.000 viviendas', apunta Jorge Duarte, nuevo decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG). 'Los últimos tres años han sido dramático y en 2010, por ejemplo, se visaron 4.800 viviendas en nuestra comunidad. Es poco más del 10% que hace tres años. La situación es muy grave y confiamos en haber tocado fondo para comenzar una recuperación'.

El nivel actual de encargos en Galicia es inferior a la media española y la carga de trabajo no llega ni al de 1993. El problema se acentúa porque en los últimas dos décadas se ha disparado el número de arquitectos que ejercen en la comunidad; hay 2.800 colegiados, pero muchos que no firman proyectos también se dedican a la arquitectura.

'El momento es delicado para el 90% de los colegas', apunta Duarte. 'Es delicado para todos, para el 100%', corrige. 'Somos más que nunca y de la Universidad no dejan de salir arquitectos, pero la carga de trabajo representa entre el 10% y el 15% con respecto a hace unos años. Sufrimos en todos los estudios las consecuencias de esta realidad y todos conocemos casos de precariedad, subcontratas y falsos autónomos. Y, lamentablemente, también vemos como van aumentando los despidos de colegas'.

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