El arzobispo de Santiago pide ‘respetar’ el Cristianismo en la educación y subraya que la fe ‘nunca es una imposición’

El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, advirtió de que en el ámbito educativo el Cristianismo ‘no puede quedar relegado al mito o a la emoción’ y añadió que ‘debe ser respetado por su capacidad de transformar espiritualmente a las personas y ayudarles a realizar su propia vocación en el transcurso de la historia’. En todo caso, aclaró que la fe es una ‘propuesta, nunca una imposición’.


Así lo defendió en su respuesta a la de delegada regia durante la Ofrenda Nacional al Apóstol, donde Julián Barrio justificó esta advertencia por estar ante ‘tiempos de especial contradicción’. Por ello, se mostró partidario de que se haga en este acto, al considerar que ‘solemnidad’ del Apóstol Santiago debe ser vista como una ‘llamada’ a la conciencia cristiana, ‘a veces dormida, en otros momento acrítica, que actúa en no pocas ocasiones como sal, que ha perdido su sabor’.

Así, aprovechó su homilía para alertar que no se pueden ‘perder’ las ‘memorias’ y la ‘herencia’ cristiana y ‘despilfarrar’ el patrimonio heredado por ‘agnosticismo práctico’ o ‘indeferencia religiosa’, ya que consideró que sería ‘injusto’ no reconocer los signos del Evangelio en la sociedad española En este sentido, el arzobispo compostelano se preguntó ‘¿cómo mantener o acrecentar la fe en un momento en el que la increencia parece ser el horizonte?’. En esta misma línea, admitió la ‘dificultad’ de vivir la fe cristiana en un contexto social y cultural en el que proyecto de vida cristiano ‘se ve con frecuencia desdeñado’.

Por estos motivos, encomendó la intercesión del Apóstol Santiago para que los padres ‘pongan todos su empeño’ para la ‘noble tarea’ de formar a la generación más jóvenes en ‘principios y valores morales y espirituales’. Y en esta labor, pidió la colaboración de profesores y catequistas.

GOBERNANTES GUIADOS POR ‘EL SEÑOR’

De igual modo, pidió para que los gobernantes sean ‘guiados’ en sus pensamientos por ‘el Señor’ para que sus decisiones den respuesta a las ‘auténticas necesidades’ de las personas y a ‘los imperativos del bien común’.

Precisamente, defendió que ‘se debe obedecer a Dios antes que a los hombres’, aunque aclaró que no se debe ‘ignorar’ que es propio de la estructura fundamental del cristianismo la distinción ‘entre lo que es del César y lo que es de Dios, esto es, entre Estado e Iglesia’.

Por ello, el arzobispo de Santiago aclaró que que la fe ‘es una propuesta, nunca una imposición’. En todo caso, advirtió de que ‘marginar’ a Dios, ‘no hace al hombre más consciente de su propia dignidad, ni le ayuda a abrirse a los demás’.

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