Cada vez son más los que comparten en sus redes sociales el resultado del enorme trabajo que ha hecho un vecino de A Carrasca (Nigrán) para dar vida a una zona que hace unos meses se encontraba abandonada y descuidada. Es uno de los héroes sin capa y anónimos surgidos a raíz del confinamiento. A pocos minutos de distancia de la senda peatonal del río Muiños en Nigrán, en la presa da Regueira ha creado un parque que ha sorprendido a todos. Un "recuncho" que ha conquistado a los más jóvenes y a muchas familias.
Juan Alves es de Nigrán "de toda la vida", diabético y amante de las bicicletas. Cuando estalló el confinamiento se las ingenió para seguir haciendo deporte ante la imposibilidad de salir al monte a pedalear y construyó una pasarela elevada en el jardín de su vivienda al más puro estilo "downhill" americano de 60 metros de largo. Sin embargo al poco tiempo de rematarla esta se le quedó corta y decidió acondicionar un sendero que sale de su casa y finaliza en la Presa da Regueira, un pequeño embalse construido hace décadas para nutrir de agua las fincas cercanas y que se encontraba en un estado lamentable. "Se encontraba impracticable, las silvas alcanzaban varios metros de altura", recuerda.
Así que sin dudarlo se puso manos a la obra hasta "parir" un auténtico parque temático con puentes, una tirolina, iluminación con grandes focos, barandillas, una hamaca, bancos tallados en troncos, y otros hechos a base de palés para lo que necesitó más de 5.000 tornillos y en donde el nigranés invirtió miles de euros de su propio bolsillo sin pedir nada a cambio, sólo para hacer de la Presa de Regueira un lugar mejor que cuenta hasta con un "recuncho do amor". Combina un recorrido de descenso para bicicletas con un área de esparcimiento muy frecuentado por jóvenes, vecinos y familias sobre todo los fines de semana. El resultado impresiona y la filosofía de su autor encaja a la perfección en los carteles distribuidos por el lugar en los que reza la frase "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti".
Juan Alves.
El espacio fruto de la improvisación se asienta principalmente entre terrenos privados y públicos lo que le sirvió para recibir visitas de agentes medioambientales y del Seprona, pero él tiene claro que no va a dejar de cuidar su creación. "De lo que estoy seguro es que no estoy haciendo nada malo", insiste. Pese a que el mantenimiento y limpieza es cosa suya recibió la ayuda de muchas personas de la comarca que aparecen con nombres y apellidos en un cartel a modo de agradecimiento aunque su labor aquí no cesa. Acude regularmente con maquinaria agrícola para mantener los más de 5.000 metros cuadrados del entorno natural, algo que lleva hecho más de 10 veces. Para sacar la maleza necesitó más de 40 tractores y dedica horas y horas de su tiempo de manera regular para mantener a la vegetación a raya. Incluso trabaja el suelo para que tarde más tiempo en crecer. "Llevo año y pico pero esto nunca se acaba, cuando finalizo una zona ya me pongo con otra", aclara.
