Las calles de Santiago recuperan la normalidad

Un enorme crespón cuelga del escenario instalado en la Plaza de la Quintana en Santiago. Es el más gráfico recuerdo, para quienes llegan al casco viejo compostelano, de la tragedia que ha vivido esta ciudad.
Pero en Compostela la vida sigue, y en estos días ha sido constante la llegada de turistas, visitantes por un día, fieles que acuden a la catedral y cómo no, los peregrinos que, a pie o en bicicleta, llegan al final del Camino.

Cuatro días después del descarrilamiento de un tren que se llevó la vida de 79 personas, el bullicio en las calles de la zona vieja es como el de cualquier otro domingo de verano, incluso mayor.

En la Oficina del Peregrino hacen cola y esperan -entre agotados y contentos y muchos calzados con chanclas que dan descanso a sus sufridos pies- aquellos que se han ganado la 'Compostela', que acredita que han hecho, al menos, cien kilómetros del Camino.

Y en la catedral compostelana entran y salen cientos de visitantes mientras otros asisten a la misa, en el altar principal, donde cuelga el botafumeiro preparado para hacer su espectacular y efímero viaje por el crucero del templo.

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