Investigadores gallegos logran un sistema que detecta los neutrones emitidos y minimiza la posibilidad de tumores secundarios

La clave de la radioterapia está en la dosis

 Faustino Gómez, coordinador del proyecto investigado en Santiago.
La aplicación de sus conocimientos en ensayos de radiación sobre componentes electrónicos al área de la radioterapia puso sobre la pista a un grupo de investigadores de la Universidad de Santiago. Diseñaron el primer sistema que detectaba la cantidad de neutrones emitidos y minimizaba las posibilidades de padecer tumores secundarios. La continuación de ese proyecto le ha permitido desarrollar detectores que miden con precisión las distribuciones de dosis que se imparten en las sesiones de radioterapia y ofrecen la posibilidad de realizar un seguimiento en tiempo real de los efectos que este tratamiento tiene en el paciente.
Uno de los últimos avances en la lucha contra el cáncer no se ha fraguado en los laboratorios de una prestigiosa compañía farmacéutica. Está en un proyecto compartido por el grupo de investigación de Radiofísica de la Universidad de Santiago y la empresa Tecnológica, dedicada al suministro de componentes electrónicos para la Agencia Espacial Europea. Los primeros resultados de su trabajo despertaron el interés de Siemens, que hace un par de años patentó en copropiedad con la USC el primer sistema que detectaba la cantidad de neutrones emitidos en las sesiones de radioterapia a pacientes oncológicos.

‘Es conocido por todos que en algunos tratamientos contra el cáncer se emiten neutrones adicionales que afectan a diferentes órganos y pueden causar tumores secundarios. El mejor método para minimizar o evitar efectos colaterales es controlar las dosis neutrónicas emitidas en radioterapia’, explica Faustino Gómez Rodríguez, coordinador del proyecto. ‘El monitor de neutrones en el que comenzamos a trabajar hace tres años fue un primer paso para reducir los impactos negativos que pueden producir determinadas estrategias en la lucha contra el cáncer’.

Respaldo económico

El trabajo de los investigadores gallegos, en colaboración con el Grupo de Física Médica de la Universidad de Sevilla, gozó del respaldo económico de la Corporación Tecnológica de Andalucía hasta que en abril del año pasado se presentaba el pro totipo precomercial del monitor para la empresa Tenológica (Alter Tecnology Group Spain). Su aplicación en instalaciones de radioterapia permite controlar en tiempo real la dosis de neutrones que reciben los pacientes expuestos a radioterapia, lo que permite ajustar y optimizar la dosis del mismo, reduciendo el riesgo de daños secundarios.

Los equipos más usados son los aceleradores lineales que producen fotones y electrones; cuando operan por encima de los diez megavoltios pueden emitir neutrones, con el riesgo de que estos alcancen el cuerpo del paciente y produzcan una contribución adicional a la dosis de energía prevista, lo que incrementa el tiempo de tratamiento y genera riesgos para la salud.

Tras desarrollar el primer monitor que permitía calcular en tiempo real la incidencia de los neutrones más dañinos, el equipo de físico de la Universidad de Santiago amplió su campo de actuación a los detectores de radiación. ‘El tratamiento se realiza según la planificación previa que realiza el radiofísico, siguiendo las prescripciones del médico’, explica Faustino Gómez. ‘Hay que administrar una dosis adecuada de radiación y adaptar el tratamiento al volumen que se debe abordar. Es fundamental que, sesión tras sesión, se irradie siempre el mismo volumen e la dosis planificada por el espe cialista’.

El trabajo previo es fundamental para la evolución del paciente. El éxito del tratamiento radica, en gran medida, en la precisión con la que se distribuyen las dosis prescritas; el objetivo es concentrarlas en el tumor y evitar desviaciones hacia órganos sanos. Esa precisión aumenta, según ha comprobado el grupo de Radiofísica de la USC, cuando se sustituye el aire por la combinación líquida de carbono e hidrógeno como medio sensible a la radiación. La radiosensibilidad de esta fórmula es semejante a la del tejido del cuerpo humano y, por tanto, el detector propuesto por los científicos compostelanos se aproxima más a la respuesta del organismo a la radioterapia.

Casi todos los centros sanitarios usan sistemas de aire que, al ser un medio poco denso, no permiten cámaras de ionización con volúmenes pequeños. El tamaño, aquí importa; y mucho. El detector líquido es mucho más preciso y rápido que los dispositivos utilizados en la actualidad en hospitales y clínicas; permite realizar un seguimiento en tiempo real de las respuestas del paciente a cada estimulo recibido durante el tratamiento. Los ensayos realizados por el grupo de Radiofísica son satisfactorios y los prototipos podrían comercializarse en cuanto alguna compañía muestre su interés.

El nuevo dispositivo realiza cien capturas por segundo y ofrece más posibilidades de verificación; su aplicación es especialmente interesante en los tumores localizados en el cerebro que, al ser más delicados, requieren una mayor precisión.

El tiempo real de irradiación dura unos segundos por sesión, pero el tratamiento se prolonga varias semanas

Cansancio, reacciones en la piel, caída del cabello, diarrea o molestias generalizadas. Los efectos secundarios de la radioterapia son en la mayoría de los casos inevitables y casi siempre superables. El problema surge cuando el tratamiento, cuyo objetivo es destruir las células tumorales, daña los tejidos sanos próximos al tumor.

La radioterapia ofrece, dependiendo del caso, unos resultados semejantes a la cirugía. Hay ocasiones en las que se puede emplear como tratamiento único y otras en las que se aplica tras una operación; si existen posibilidades de que reaparezca el tumor después de la intervención quirúrgica, se recurre a radiaciones ionizantes para destruir las células tumorales que hayan podido permanecer en la zona.

Hay técnicas que permiten acortar los plazos y evitar varias sesiones de radioterapia en algunos tipos de cáncer, pero en otros casos es imposible administrar toda la dosis en una única sesión porque se producirían daños muy serios en los tejidos. La única opción en estas circunstancias es el fraccionamiento de las dosis y la aplicación de un calendario de sesiones. En los tumores de cérvix, por ejemplo, el tratamiento se realiza de lunes a viernes, reservando el fin de semana para descansar.

Aunque el tiempo real de irradiación dura unos segundos, las sesiones diarias rondan el cuarto de hora. Hay casos en los que el paciente no permanece ingresado en el centro hospitalario y puede regresar a su casa tras someterse al tratamiento. La dosis administrada y el calenda rio definido determinarán la duración del tratamiento; en el cáncer de mama no suelen superar las seis o siete semanas.

El empleo de rayos X con altas dosis de irradiación obliga a extremar las medidas de seguridad en las salas de radioterapia. Unas paredes de hormigón de gran espesor buscan el aislamiento total para evitar cualquier posibilidad de fuga.


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