OURENSANOS EN LA CLIO RAID

Diario de un viaje inolvidable

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photo_camera David Ferrer y uis Aragonés juegan con dos niñas en la meta de una de las etapas de la Clio Raid.

Una vez completada su aventura dentro de la caravana de la Clio Raid, Luis Aragonés y David Ferrer desgranan una experiencia que cambió sus vidas 

La gala del deporte de La Región fue el paso inicial para nuestra participación en esta aventura solidaria que llevó a dos ourensanos, en la madurez de sus vidas, a enrolarse en la extraordinaria iniciativa de Chus Puras. La iniciativa del Campeón del mundo de rallyes prendió en Luis Aragonés, que me propuso formar parte de esta aventura y sin pensarlo unos segundos, acepté ilusionado.

Desde ese momento y pese a la premura de tiempo, comenzamos la carrera por conseguir lo necesario para poder llegar, en su día, a tierras marroquíes para llevar un pedacito de la solidaridad ourensana a las gentes de los pueblos bereberes que habitan en las inmediaciones de los montes Atlas, conocer su cultura y, en la medida de lo posible convivir con ellos en una aventura que se componía de pilotaje, orientación, convivencia, solidaridad y sentimientos.

Gracias a un montón de empresas ourensanas, de compañeros y amigos, y con un poco de nuestra cosecha, logramos reunir lo necesario para comenzar. Teníamos coche, el apoyo de los ourensanos en forma de una innumerable cantidad de regalos útiles para las gentes a las que visitaríamos y una enorme ilusión en los corazones, ¡Habíamos rejuvenecido 30 años!

Los primeros kilómetros

El circuito del Jarama nos recibía a todos los participantes de la zona norte de España para pasar las verificaciones técnicas y con Chus Puras a la cabeza conocemos al equipo organizativo que nos va a acompañar durante los casi 5.000 kilómetros que nos quedan por delante, de piedras , arena, asfalto, calor y vivencias.

Después de una vuelta guiada por el ex-campeón de España al circuito del Jarama, cada uno de los equipos participantes emprendemos el camino hacia Algeciras, lugar de partida hacia la ciudad de Tánger, en Marruecos que será la de comienzo de la aventura que nos llevará a Marrakech siete días después.

El paso del estrecho lo realizamos conociéndonos y empezando a relacionarnos con los otros participantes de aventura, comentando ilusiones y deseando pisar tierras marroquíes. La primera etapa de la prueba tenía alrededor de 700 kilómetros por autopistas invadidas de animales paciendo en sus cunetas, personas haciendo auto-stop y hasta vendedores ambulantes de naranjas y patatas, para continuar por carreteras de montaña, incluyendo pasos con nieve, que nos acercarían al primer vivac de descanso que, en esta ocasión, era un pequeño hotel en el borde de la llanura del desierto marroquí. Fuimos el único equipo que rodó esta primera etapa con ruedas de asfalto y no quedó más remedio que comenzar el proceso de cambio de neumáticos por los de tierra. El tiempo necesario para una ducha y a la reunión de los equipos con la organización donde, Chus Puras y su equipo nos comentaron las posibles incidencias del recorrido que realizaremos en el día siguiente.

La segunda etapa comenzó con un recorrido por terreno duro con pistas de tierra en buen estado y donde pudimos dar rienda suelta al acelerador hasta que... comenzó la zona traicionera, traga ruedas y “empanza” vehículos, la suave arena del desierto.

Lucha con la arena

Los primeros participantes quedan atrapados, los demás buscamos otras alternativas, pero hay que rescatar a los primeros. Tres son los vehículos entrampados y llega incluso a atorarse el enorme todo terreno de la organización que tiene que ser ayudado para salvar las zonas de arena. Los vehículos siguen nuevas rutas alternativas y vamos superando, con la ayuda de los compañeros, los pasos por los ouets (ríos secos) de aquella zona. Noche de jaima, empezamos a conocer el desierto en su máxima expresión.

La tercera parte de la prueba nos hacia recorrer pistas de tierra dura entre las que se iban intercalando algunos ríos secos (verdaderas trampas de arena), pistas con mucha piedra suelta y rocas volcánicas. Después de 150 kilómetros llegamos al campamento. Revisión de niveles, limpieza de filtros y vehículo en condiciones para la cuarta sección. Cena de boufet y luego jaima en una noche donde se siente el primer frio en el desierto.

La cuarta jornada comienza, para mí, a las cinco de la madrugada, admirando la belleza del amanecer en el desierto y casi agotando la capacidad de mi tarjeta de memoria. A las nueve tomamos la salida de la etapa que resultó ser la más dura de todo el raid, tanto en su versión deportiva como en la emocional.

A unos 600 metros de la salida, en un profundo corte en la pista uno de los tacos motor de nuestro Clio dijo basta y tuvimos que esperar la llegada de las asistencias, que en poco más de 15 minutos nos puso el coche a andar en una reparación de urgencia que se va mantuvo durante todo el recorrido hasta llegar el coche a Ourense. El tramo, difícil, complejo y rompedor con un resultado final de casi 20 coches en el parque de trabajo de la noche. Ese fue el día solidario, cuando todos los participantes hicimos entrega de todo el material que transportábamos desde España en nuestros Clios.

2.000 kilos de ayuda

Cerca de dos mil doscientos kilos de material escolar, ropa, juguetes o elementos de aseo fueron entregados a una población berebere en un acto que marcó de forma impactante los sentimientos de todos los que pusimos nuestro grano de arena para traer a esta tierra una ínfima cantidad de lo que tenemos.

Y pasamos a la quinta jornada, la primera parte de la etapa Dakar, ya que recorría pistas utilizadas en años por el Rally París-Dakar. Una etapa maratoniana y sin asistencias por parte de la organización. La etapa más bonita y selectiva que acabó ya con los recorridos por dunas y desiertos.

La sexta jornada, continuación de la anterior, que a priori nos parecía de transición resultó compleja y cansada y nos llevó por los paisajes de montaña más espectaculares que he visto para introducirnos finalmente en Marrakech donde terminaba la aventura que estamos dispuestos a repetir.

CHARLA DESPUÉS DE LA AVENTURA

Aunque nos conociéramos desde hace mucho tiempo, aunque fuéramos amigos, luis y yo nunca habíamos tenido la oportunidad de convivir 11 días, las 24 horas del día juntos. Por eso, ahora, entrevistarlo es una experiencia compleja y sin embargo divertida y emotiva.

La iniciativa de salir a la Clio fue muy rápida, ¿te arrepientes de haber iniciado el camino?

Luis Aragonés: La decisión que tomamos aquella mañana en caliente ha sido extraordinaria, sabes más que positivamente que volvería a tomarla. Lo volvería a hacer.

¿Cómo viviste la competición?

L.A.: Encaraba la prueba como algo no excesivamente competitivo aunque tenía varios componentes, el social, el de la competición, el de la aventura y el de la conducción. Todos ellos se dieron en la prueba y aunque no iba a ganar, siempre que hay un mínimo de competencia pues quieres hacerlo lo mejor posible.

No preguntaré si volverías porque sé que si pero, ¿afrontarías la prueba con el mismo espíritu que en esta ocasión?

L.A.: La prueba en si misma tiene un espíritu definido y me identifico con él. En cuanto a la forma de en- cararla sería con la misma ilusión pero con muchas cosas aprendidas y, por lo tanto con mayor firmeza y decisión.

Como detalle final, valora tu experiencia.

L.A.: Pues sumamente positiva. Solidaridad y amistad entre los participantes, buena organización, nuevas experiencias, paisajes preciosos, personas y niños excepcionales, todo un cúmulo de flashes que guardo conmigo como una experiencia más de vida. Esperamos, ambos, volver a estar en la próxima edición de la prueba en la que terminamos en la postición 14 de 41 inscritos y llevar a esas tierras la solidaridad de muchas empresas ourensanas que aportaron su grano de arena para que pueblos del desierto marroquí tengan un poco más de alegría en sus vidas. Gracias a ourense por su solidaridad 

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